-Cuando llegaste a Israel???
– En el 73
-Y para que fuiste?
-Para pelear en la guerra…
Baje la voz y le pregunté:
-Eres judío??
-Nop…
-Y entonces??
-No lo se, tenia ganas de pelear en alguna guerra…
El francés me miraba con ojos nostálgicos. Tenia unos sesenta y tantos. Aún se le notaba fuerte como a un toro viejo. A primera vista se parecía a Ernest Hemingway. En el pasado debió haber sido un tipo bastante duro. Si lo mirabas bien te dabas cuenta que aun lo seguía siendo pero se le notaba el cansancio. Había pasado unos años en Israel haciendo de guardia de seguridad y trabajando en una granja después de la guerra del Yom Kipur y unos años después viajó a Tailandia y a Camboya con una Israelí hippie que lo dejó tirado en la frontera de India con Nepal.
Era el 2010 y lo conocí en una panadería de kabul. Vendiendo pan caliente. Pan francés y baguettes y pastelitos que acompañaba con buenos cafés espresos y una excelente conversación. Su panadería se llama «The French Bakery» y está en la calle Zargona en el mismo centro «empresarial y político» de Kabul muy cerca de las embajadas india, francesa y holandesa. Al conversar un rato con él y escuchar algo de su historia no podía concebir que un hombre que había peleado una guerra voluntaria del lado de Israel había terminado vendiendo baguettes en el centro de kabul. Intenté convertir la conversación en algo más personal haciéndole incapié de que si estaba «atascado» o algo, quizás «yo» podría sacarlo de ahí. El frances hizo una mueca de desagrado y me dijo: «Hey Chaval !!! dejémoslo ahí, estoy acá en kabul porque quiero, vendo pan, los embajadores vienen a mi panadería puntualmente cada sábado y me compran los baguettes con precio de Europa, además de eso se sientan a conversar acerca de toda su mierda diplomática y política, mientras tanto yo escucho con atención y por ahí pesco uno que otro secreto y me voy sonriendo a la cama porque sé que sé más que muchos. Además de eso los afganos no me joden. En un sitio como Afganistán si le llegas a caer bien a los lugareños te pueden llegar a tomar como si fueras uno de los suyos. Aprendí el pastún y me comunico con ellos es un su idioma natal. He adquirido al menos superficialmente sus costumbres. Si te fijas tengo una barba bien crecidita, no como tú que estás demasiado rasurado como para pasar desapercibido. ¿Sabes que chaval? Ahora que te miro bien con esa cara llamas demasiado la atención. Haste un favor y deja de afeitarte….»
Sonreí.
El francés panadero me enseñó su diente de oro mientras semi sonreía. Me contó que no podía reírse por completo porque en kosovo se le había dañado un nervio facial. Le pregunté si también había combatido en kosovo. Me dijo que por supuesto, que como se la iba a perder. «Coño!!!» me dije a mi mismo «y como asi???» le pregunté. «Me metí a la legión extranjera a los 45 años y estuve dos años en los Balcanes. Fue más que interesante pero lo que mas recuerdo son las chicas croatas…», espera me dijo y se acerco al horno y reviso la temperatura.
-Y tu chaval? que demonios haces en kabul?- me preguntó sin ganas.
-No se me dijeron que podía hacer buena plata en esto de la seguridad y aquí estoy.
-Quien te lo recomendó?
-Un francés…
-No sabes que los franceses están todos jodidos? al menos todos los que combaten?
-No lo sabia
-Debes regresar a tu país acá no hay mas que muerte e hijas de puta tapadas con sábanas hasta los tobillos…
-Lo se, ya me di cuenta y créeme, yo sabia exactamente a donde venia. Existe la Internet así que no te preocupes. Lo que veo y he visto me lo venía esperando…
-Chaval…No has visto nada.
Silencio incomodo.
El francés se dio la vuelta y abrió la puerta del horno y saco una plancha con unos cuarenta panes, me pidió que tome uno.
-Dale un bocado a mi pan.
Tomé el pan caliente y me quemé las yemas de los dedos. El olor del pan francés hizo que recordara mi infancia…
-Te gusta??
-Si esta bastante rico…le respondí.
Kabul estaba bastante frío en aquella tarde y se estaba oscureciendo. El francés me dijo: «Debes irte chaval los malos no van a tardar en salir y ahí si que tu carita afeitada va a terminar toda jodida…»
-Ok ya me voy…le dije sonriendo.
-Llévate un par de panes para el camino y ponte un Corán en la mochila por si te secuestran- me dijo tomando un libro de una gaveta.
-Que voy a hacer con un Corán??- le pregunté algo sorprendido.
-Dile a tus secuestradores que te has convertido al islam tete. Repite esta frase: «La ilah illa Allah, Muhámmad rasulu Allah» eso significa que eres un musulmán más. Te la voy a apuntar en un papel para que en el camino te la vayas memorizando.
Asentí.
-Y eso funciona?- le pregunté con algo de timidez.
-A un ruso le funcionó, solo le pegaron. Al resto de sus camaradas que no dijeron nada los descabezaron.
-Gracias…
-No me des las gracias chaval. Dámelas el próximo Sábado si tienes la suerte de regresar a comprar el pan.