Del Rechazo y el Fracaso

No quiero que me rechacen. No me gusta. Bueno a nadie le gusta. Creo que a mi me gusta  menos. Desde que era un niño odiaba el rechazo. Que los otros se fijaran en mi y me dijeran: «No, tú no juegas…» Dejé de jugar muchos años en el recreo con otros niños porque no me quería acercar siquiera a preguntar «si es que podía jugar…». Más grande ya. El primer día que se me ocurrió decirle a una niña que me gustaba fui rechazado sin asco y terminé no diciéndole a ninguna chica «te quiero» o «me gustas» en ocho años. Me burlaba de los enamorados y de los que caían en lágrimas intentando conseguir alguna «noviecita». La derrota y el sufrimiento del resto me hacía sentir bien. Hasta que me enamoré y tuve que hacer la de «idiota» y decir muchos «te quiero» y muchos «te amo» porque así es el amor (pero los cuentos del amor son otros cuentos. Otro día hablamos de ellos…).

Decía que odio el rechazo. No me gusta ir a una entrevista de trabajo y que me digan ya te vamos a llamar y no recibir si quiera eso: Una llamada. La verdad es que nunca me ha tocado estar en ese lado de las entrevistas de trabajo. Casi nunca he aplicado a un trabajo. Soy yo el que rechazo o acepto. A veces no llamo más a los candidatos y ellos se deben sentir una mierda gracias a mi. Lo sé: A veces soy cruel. Dejando de lado eso: Odio el rechazo. Odio que me digan que no. Odio que me digan: «No te puedes salir con la tuya hoy….» ¿Bueno y que hay con eso? se dirán ustedes. Todos al fin y al cabo sentimos miedo al rechazo. Ninguno de nosotros al fin y al cabo quiere «fracasar». Bueno escribo estás lineas para decir de que voy a «fracasar» a lo grande. Quiero que me rechacen y que me hagan mierda. Es más me voy a plantear proyectos que tienen muy poca probabilidad de éxito para ser rechazado por el destino. Por la gente. Por mis jefes. Por mi mujer y sentir ese desprecio como un baldazo de agua fría. Muy fría en mi cara.

Como he escrito en algunos posts de este blog. He enfrentado en los últimos años la mayoría de mis fobias. Le tengo terror a la altura y me metí a la unidad de paracaidístas del ejercito de Israel. Le tengo terror al dolor físico y me puse a boxear sin piedad y a recibir muchos puñetes sudorosos en mi hermoso rostro.  El terror a hablar con la mujeres no lo voy a superar por el bien de mi matrimonio. Ese miedo lo voy a dejar. Supongo que mi esposa preferiría incrementarlo. Mi nuevo reto es enfrentar el rechazo y el fracaso. Voy a fracasar. Quiero fracasar y lo voy a amar. Escribo estás lineas sabiendo que nadie o casi nadie las va a leer. Eso es un puto fracaso si te esperas mil visitantes por día en tu blog. Pero no me importa voy a seguir escribiendo.  ¿Saben porque? Porque me voy a cagar en el rechazo de la gente y en el hecho de ser un blogero «fracasado». Voy a subir al campo base del Everest y puede ser que fracase en el intento. Puede ser que me quiebre en la mitad o al primer paso. Voy a sentir aquel fracaso. Voy a llorar y voy a seguir caminando porque el fracaso y el rechazo que siente la montaña más alta del mundo por mi me va a importar un comino. No voy a volver a fracasar porque ese concepto de mierda lo voy a quitar de mi mente. Sencilla y llanamente no voy a tener más miedo a no hacer por tener miedo a no hacerlo bien. Por tener miedo a no caer bien. Por tener miedo a ser rechazado. Por tener miedo a no ser aceptado. Por no ser leído. Ni ser escuchado. Me va a chupar un huevo fracasar y por ende voy a hacer las cosas más increíbles del mundo.

4 comentarios en “Del Rechazo y el Fracaso

  1. Interesante, me siento un poco identificada con tu miedo al fracaso… A mí me pasa algo parecido. En cualquier caso, es de valientes enfrentar los miedos propios, yo estoy también en ese camino. Un saludo.

  2. Estás loco cabrón! jajaja me encantó esta publicación. El rechazo y la vida van de la mano, es el chile que hace a la sopa de tortilla y la birria platillos únicos, casi perfectos. Todos somos blogueros fracasados, nadie tiene millones de visitas en un día a menos que se trabaje únicamente en eso: generar visitas.

    Por lo tanto, no te aflijas. Como siempre he dicho: las mierdas llegan a su tiempo, cuando quieren. Yo te leo y créeme que toda mi atención y suscripción la lograste con esta publicación. Suerte con el fracaso, nos estamos leyendo.

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