¿Reciclar?
Somos cazadores-recolectores. Es lo que hemos sido por más de un millón de años. La tecnología nos ha dado un portazo en la cara y estamos aquí: Sentados. Sedentarios. Bajo el neón en la oficina. Frente a la computadora llenando tablas de excell. Suplicando porque termine el día. Llorando para montarnos en el auto y atascarnos en el tráfico de regreso a casa. Somos monos nucleares. Somos macacos que pueden recitar Shakespeare. La evolución de los últimos cien mil años nos ha empujado demasiado rápido a construir una sociedad tecnológica en la que hemos «enterrado» nuestra esencia.
Estamos hechos para correr. Diseñados para el movimiento. Nuestro cuerpo se enferma cuando no lo movemos. Nuestra mente se daña cuando estamos estáticos. Así que: ¿Por qué demonios no lo hacemos casi nunca? Somos el resultado de un fallo evolutivo. Deberíamos estar corriendo atrás de nuestra comida. Rascando manzanos. O asaltando parras. Deberíamos estar moviéndonos de un sitio para otro. Tomando agua de un riachuelo. Mirando el campo a nuestros pies. Oliendo las flores y respirando el diáfano aire con olor a eucalipto. Quizás matándonos de cuando en cuando. Pero viviendo. Secándonos al sol. Comiendo gusanos y fresas. Escalando alguna colina. Despertándonos con el sol rascándonos los ojos. Durmiéndonos después de preguntarnos de que está hecha la luna y de contar estrellas. Viendo los arcoiris y tratando de encontrar su principio y su fin. Persiguiendo a algún antílope. Siendo perseguidos por una jauría hambrienta de lobos que van a terminar haciéndose amigos nuestros. Bajando por algún valle a gran velocidad para aventarnos en algún río limpio. Gastando gran parte de nuestro tiempo y nuestra vida haciendo lo que los animales suelen hacer bastante bien: Dormir y jugar. Haciendo el amor con todo el mundo. Queriéndonos como un clan. Como una familia.
Pero no. Estamos aquí sin saber como. Después de dos guerras mundiales. Con armas que pueden borrarnos del mapa a todos nosotros y todos los seres vivos del planeta. Tirándonos gases químicos los unos a los otros. Ensuciando el planeta sin pensar en nuestros hijos. Haciendo mierda el mañana. Devastando las selvas. Chorreando mierda en los lagos. Ríos. Mares. «Plastificando» nuestra vida. Succionando las últimas reservas ecológicas. Derritiendo el ártico y el antártico. Matando de hambruna a los débiles. Comprando. Comprando. Comprando. Agotando todas las esperanzas de las próximas generaciones por tener una vida «normal» en un mundo «habitable. Creciendo en número. No respetando al resto de entes vivos. No entendiendo que no somos nada más que uno de ellos con un poco más de buena (o mala) suerte. No viéndonos a nosotros mismo mientras vemos a algún animal a los ojos. Jugando a ser dioses en el mundo que hemos «creado». El mismo mundo que nos va a ver desparecer por nuestra ignorancia y nuestra estupidez.
¿Reciclar? ¿Esa es su solución?
No me jodan.
Que buena publicación Mario! lamentablemente nos hemos convertido en dependientes de lo que una vez fue pensado para ser complemento. Lo comparto en Facebook, saludos.