Simplificar. Simplificar no es eliminar. No es limpiar. No necesariamente es deshacerse de algo. De alguien. De un mal habito. Puede serlo pero necesariamente lo es.
No. Simplificar sencilla y llanamente significa hacer las cosas más simples. Simple. La vida puede ser resumida a una simpleza casi utópica o en su contrario puede volverse un enredo de magnitudes galácticas. Todo al fin y al cabo depende de «tu punto de vista». Uno de nuestros principales problemas vitales es el de no poder controlar nuestro «punto de vista». Nuestro «punto de vista» está formado por todo lo que hemos aprendido. Desde lo que nos han enseñado nuestros padres desde que nacimos. Hasta lo que vemos hoy día en los muros de nuestros amigos en Facebook. Es algo que está en constante evolución. Al menos en parte.
Pensemos que se trata de una pirámide. En la que las rocas más grandes y pesadas se encuentran en la base misma. Llamemos a esa base nuestra infancia. Lo que papá y mamá. Tíos y tías te dijeron en tu primera infancia. Las reprimendas. Los elogios. A veces los golpes o en su lugar las caricias son los primeros formadores de una personalidad incipiente que sirve de base al resto de nuestro aprendizaje vital. En la infancia somos «programados» para ser como somos. Para pensar como pensamos. Para sentir como sentimos. Luego nos dedicamos a adquirir información (la parte alta de nuestra pirámide). De nuestro entorno. De los medios de comunicación (televisión, radio, internet) De las personas con la que te relacionas día a día en la escuela. En la zona en la que vives. En los trabajos en los que te desenvuelves.
Gran parte de los hábitos adquiridos durante este «aprendizaje» son parte de nuestra «forma de ser» cotidiana. Vivimos con hábitos que arrastramos desde nuestra primera infancia. Con ellos nos desenvolvemos hoy. Con ellos solemos afrontar los problemas de deudas. De pareja. Laborales y un largo etc. Nuestras más antiguas herramientas vitales son lo que en algún instante de nuestra infancia aprendimos o escuchamos de alguna de las personas mayores que nos rodeaban (y no necesariamente tiene que ser cierto o válido lo que nos dijo) y con ellas trabajamos hoy. Gracias a esto podemos entender ahora cuando nos preguntamos: » ¿Y yo que estoy haciendo mal?» y realmente no entendemos que ha veces las cosas salgan mal aplicando lo que supuéstamente esta bien. Todo «debería»estar bien. Pero no es así.
Así vuelvo a la primera palabra de este post: «Simplificar». ¿Quieres una vida más «feliz»? : Simplifica. Simplifica hábitos dañinos. (la mayoría los conoces: Beber en exceso. Fumar. Comer mal y en exceso. Hablar mal del resto. Y un largo etc. que no vale la pena enumerar aquí) Pero hay otros que sencilla y llanamente están ahí dentro de ti. Piensas que están bien para ti y para el resto porque fue lo que te enseñaron pero en verdad son hábitos dañinos que te generan dolor gratis a ti y a los demás. Para simplificar estos hábitos de nuestras vidas tenemos que hacer un esfuerzo consciente de entender que tal o cual hábito es dañino para mí o no. El secreto es ser consciente de que estos hábitos nocivos que existen en nosotros y a veces forman parte importante de nuestro modo de ser o de nuestra personalidad. Unos ejemplos: El inconformismo excesivo. El desear más y mejor en extremo. El clasificar a la gente por lo que tiene. El no vivir el presente y pensar más en el futuro y en el pasado. El no apreciar realmente lo que se tiene. El esperar que todo «sea perfecto». El creer que «el sueño americano» (casa hermosa, carro del año, dos hijos con pelo castaño, un buen jardín) es el ingrediente primordial de la felicidad. Y muchos más.
Aprendiendo a simplificar hábitos dañinos y además adquiriendo otros nuevos que pueden ayudarnos a mejorar (comenzar a hacer algún deporte, leer, escribir, o simplemente aprender a contemplar) podemos sin mayor esfuerzo cambiar nuestro «punto de vista» vital. Al cambiarlo la vida es si misma adquiere matices completamente nuevos. Muchos de ellos hermosos.
¿Parece difícil?. Lo es. Al menos al principio.
¿Que si se puede hacer?. Claro que sí.
Yo lo he hecho y lo sigo haciendo. De a poquitos pero contaste. Un hábito a la vez. Como una garúa de Junio en Lima.