No hay nada como sorber un café despacio. Tomándose el tiempo necesario para sentir el amargor de su sabor mezclándose con el dulce suave del azúcar. No hay nada como despertarte en la mañana y sentirla limpia. Suave. Silenciosa. No hay nada como salir a trotar sintiendo tu respiración con ritmo. Tu sudor enfriándote. Oliendo el olor de los eucaliptos. Y parando de cuando en cuando a comer una naranja que está a punto de caer de uno de los árboles del camino. Sin apuros. Sin tiempos. Sin estrés. Despacio como debe ser. Despacio.
Cuando me enseñaron de que el «Tiempo es oro» me enseñaron la verdad. «Nuestro tiempo es oro». Por lo tanto el mío NO se lo regalo a nadie. El problema es que cuando nos enseñan «Que el tiempo es oro» nos intentan explicar de que no hay que «desperdiciar el tiempo» .Tienes que seguir los canones de ahorro temporal o algo que se ve más o menos así: Terminar el colegio lo más joven posible y correr a la universidad porque todo es una carrera y si no te apuras no vas a tener espacio «en el campo laboral» ni trabajo «porque los prefieren más jóvenes siempre» y todo es una competencia rápida y brutal donde los lentos mueren en el intento y los rápidos consiguen el éxito. Saliste de la universidad y debes trabajar en una oficina y ser productivo y para ser productivo debes de trabajar más horas sino los jefes te pueden mirar con malos ojos y hasta te pueden despedir por eso. Así que no solo te debes quedar más horas en la oficina. Además de eso debes dar de ti y tratar de sacarle el máximo provecho a esas horas. Generar productividad. Traerle divisas a la empresa. Eso es lo que eres. Eso es lo que debes ser. Luego vas a casa en el auto apurado a ver a la familia y sigues «aprovechando» el tiempo hablando con los colegas sobre trabajos no terminados. Sobre proyectos que se deben concluir lo más pronto posible. Llegas a casa y chequeas tus emails. No vaya a ser que te mandaron algo más de la oficina y te lo vayas a perder. Besas a tu esposa en la frente. Juegas un rato con tus hijos y estás reventado. No has parado desde la época del colegio en que te daban cursos de «orientación vocacional» y ahora veinte años después estás fundido. No hay tiempo. No hay aire. Hay que esperar las vacaciones. Hay que esperar las vacaciones.
Tu tiempo es oro. El tiempo es lo único valioso que realmente tienes. Cuando me di cuenta de esto me volví (sin quererlo) en un hombre más tranquilo y feliz. Me decidí a bajar la velocidad. A quitar el sabor del estrés en la boca y la presión que en el pecho no me hacia nada bien. Así que quité el pie del acelerador. Hoy por hoy estoy en la mitad del camino. Por momentos aún siento la premura de antaño por finalizar un proyecto o un trabajo On Time.
Pero he aprendido a dejarlo ir. A soltar la rienda de a pocos. A valorar mi propio tiempo. A entender de que es mi vida la que le estoy vendiendo a otros. Así que YO voy a decidir en que condiciones lo hago y cuando lo hago.
Algunos pasos que he dado este año para bajar la velocidad:
Disminuir un día a la semana de trabajo. Antes trabajaba seis días a la semana. Hoy solo cinco.
Manejar de manera responsable mis finanzas. Si tus finanzas están muy mal no te queda otra que trabajar sin fin. Planifica ahora y mañana estarás mucho más holgado en tiempo.
Hacerme indispensable en el trabajo. No importa de que manera lo hagas. Pero hazlo. Así les sera muy difícil decirte adiós y tú puedes poner tus términos y condiciones con mayor facilidad. Mi técnica es hacerme con información relevante que solo YO conozco. Acaparar información es un gran activo.
Replantear mis prioridades. En mi caso prefiero tener mucho tiempo libre antes de tener un BMW y estar esclavizado pagándolo.
Poner límite al trabajo. Mi trabajo no entra a casa. Lo dejo ahí donde debe estar.
Apago mi teléfono una hora al día. Regálate ese tiempo para que nadie de afuera te moleste. Duérmete una siesta o lee un libro. Ese pequeño tiempo LIBRE es el mejor regalo que te puedas dar. Soy una persona más feliz en esos sesenta minutos.
Manejo el auto despacio. Ser puntual no es manejar más rápido. Sal de tu casa cinco minutos antes y anda suave o maneja suave. Deja que la gente se apure y se maten entre ellos. Déjalos ir apurados. Yo manejo despacio porque así me siento bien.
Escribo. De ideas. Este blog nació este año. Si planificas tu tiempo y te liberas poco a poco. Tienes más tiempo e ideas para ser más creativo. Puedes re-conocerte.
Viajo lo que puedo. Hace ya varios años que intento viajar una vez al año al extranjero o sino cada dos fines de semana a algún rincón del país a conocer o a caminar o solo a gozar de la vista. En resumen desconectarme completamente de la rutina. Aprendes más viajando que en Harvard.
He establecido horarios. Para leer el mail y para usar el Facebook. Trato de no usarlos en casa. Al Facebook. Blogs y demás redes sociales les doy una hora en la tarde. El resto de tiempo. Pongo la pantalla en blanco y escribo o leo.
Bota el tele. No sabes la cantidad de tiempo que te deja el NO tener cable.
Son solo ejemplos personales. Desde que he introducido estos pequeños hábitos en mi vida. Soy más feliz. Estoy más tranquilo. He madurado como persona. Y tengo muchísimo más tiempo para hacer lo que realmente me importa y lo que realmente me gusta. He aprendido a no apurarme y eso me gusta mucho.
Intenta poner en práctica un hábito. Uno solo que te ayude a ahorrarte una hora al día para ti. Baja la velocidad un poquito y disfruta.