He estado en romance con el minimalismo hace más de un año y medio. Consumo menos. Soy más feliz.
Hace unos años atrás cuando me importaba lo que llamamos «status» día a día sentía un vacío horrible. Sentía un vacío por no ser lo que «debería» de ser según mis padres y mi familia. Por no vestir las prendas de vestir que usan los «ganadores». Por no manejar los coches de los «chicos bien». Sentía un vacío horrible por ser la persona que me tocó ser y no ser alguien diferente que no me tocó ser.
Cuando conseguía en algún momento algún símbolo de status (un auto, un poco de dinero, una buena camiseta de una marca italiana) lograba sentir cierto bienestar. Cinco minutos después mi cerebro y mis ojos ya estaban buscando otra fuente «externa» para conseguir ese mismo bienestar que comenzaba a desvanecerse en mis narices . Ahora tenía un carro bonito pero mi amigo tenía mejores bíceps que yo. Luego me daba cuenta de que mi vecino tenía un novia que era una modelo en la TV Y mi mejor amigo tenía una vocación que le devoraba las entrañas. Yo no tenía nada de eso. Solo tenía el carro nuevo. Mi bienestar se esfumaba y me embarcaba en una nueva búsqueda de las «cosas que aún me faltaban»: Una novia modelo, unos bíceps de campeonato, una vocación que me consuma, unas llantas de magnesio, una manguera verde como la del vecino o cualquier otra cosa que no «tuviera» para que yo «de una buena vez pueda ser feliz» y así, al fin: sentirme satisfecho.
Y aquí relaciono los dos conceptos: el de bienestar y el de satisfacción. Para sentirte bien contigo mismo debes tener un alto grado de satisfacción. Para satisfacernos consumimos (eso es lo que nos han enseñado desde chiquitos. ¿Quieres ser y sentirte mejor? Pues debes tener más) aunque esa satisfacción desaparece muy pronto. ¿Qué hacemos ahora que la satisfacción se fue? pues consumimos de nuevo. Al hablar de consumo abarco gran parte de nuestras acciones diarias desde comprar ropa hasta comer helados de manera grosera. Pasando por navegar en un mar de mujeres hasta el uso excesivo de alcohol y drogas. La raíz de la gran mayoría de nuestros males es la eterna búsqueda de la satisfacción porque jamás estamos satisfechos.
A veces suena horrible lo que voy a decir y mucha gente hace pucheros cuando escucha la siguiente frase: Soy feliz. Es como si te tuvieras que disculpar por decirlo o al menos justificarte. No tengo nada que justificar ni le debo explicaciones a nadie así que lo voy a poner de nuevo: Soy feliz. Lo soy porque estoy realmente satisfecho con lo que tengo. Con lo que soy como persona. Con la gente que me rodea. Ahora quiero enseñarte a ti a que te sientas como yo (solo si tu quieres).
En este bitácora voy a escribir de minimalismo y porque es bueno para la mayoría de nosotros. Además de eso voy a escribirte a ti. Sí a ti. Yo que soy exactamente como tú.
Y si yo pude mejorar y sentirme feliz ¿Por qué tú no?