Estoy aprendiendo a simplificar las malas enseñanzas que recibí en el pasado.
Todos hemos crecido dentro de cierta sociedad con ciertos bagajes culturales. Algunos de ellos buenos. Algunos, no tan buenos y unos bastante malos. Hemos crecido con cierta programación cultural, que en muchos aspectos se convierte en el motor de la percepción actual con la que vemos el mundo.
Gracias a esa programación primigenia hemos visto y vemos la realidad desde un punto de vista u otro. Hemos sido expuestos a estereotipos y hemos usado estereotipos para simplificar la manera en la que juzgamos al resto de personas, a ciertos animales, a ciertas opciones sexuales o a gente con bagajes culturales y raciales distintos a los nuestros.
Yo nací y crecí en un país sudamericano llamado Perú. Pesé a ser un país lleno de mezcla, de mestizaje, de pluralidad cultural; es un país bastante racista. Es un país en el que se idealiza, aún hoy, la belleza caucásica y se consideran feos los rasgos indígenas autóctonos o los rasgos africanos. Es un país en el cual la homofobia es bastante campante en esta época y lo era aún más hace unos veinte años atrás, cuando yo era un niño.
Ejemplos de segregación racial en Perú hay miles y esa tara cultural está tan inmersa dentro del imaginario colectivo que la gente común y corriente no se da cuenta que es racista. Hay una jerarquía racial que todos conocen pero que no está escrita en ningún lado. Y la gente vive así desde la época de la colonia española y pese a que últimamente las cosas están cambiando para bien, aún queda mucho pan por rebanar, mucho trabajo por hacer.
Ejemplos de estereotipar a los homosexuales o bisexuales como sucios pervertidos, enfermizos y degenerados fueron parte del día a día en la sociedad en la que crecí. Escuché en el colegio y en la casa que los negros son flojos, que los indios son ingratos y ladrones, que los blancos son hermosos, que los ojos azules reflejan bondad y un sin fin de tonterías que no vale la pena recordar aquí.
No quiero aburrirlos con ejemplos de malos estereotipos a los que estuve expuesto en mi infancia. Mi punto es que estuve expuesto a muchas ideas radicales e ilógicas cuando fui pequeño. No importa en la sociedad en la que hayan crecido, todos hemos estado expuestos, de una u otra forma, a una u otra mala idea; a uno que a otro rengueo cultural. Yo por mi parte solía y aún suelo (aunque intento evitarlo) estereotipar a la gente, por como se ven, por como andan, por el color de su piel, por como hablan, porque tipo de ropa religiosa se ponen, por lo largo de sus barbas o por la cantidad de tatuajes que tienen en los brazos. Como dije: suelo estereotipar. Aunque soy consciente que hacer generalizaciones es dañino, que es ilógico, que va en contra de la razón, que va en contra de la inteligencia.
Por eso hace unos años decidí quitarme de a pocos y paso a paso, esas taras culturales que tenia bien metidas en mi programación cerebral. Y quiero que sepan que lo estoy logrando. De a poquitos. Paso a paso, lentamente. Dudo casi por completo de todas y de cada una de las enseñanzas que me dieron de niño. Gracias a eso he podido ver el panorama desde una perspectiva mucho más amplia. He aprendido ha ser increíblemente más tolerante con los que piensan distinto a mí. Con los que se visten o se ven diferentes. Con los que tienen ideas que rebotan contra las mías. He podido observar todo desde un observatorio mucho más amplio y gracias a eso he aprendido mucho más y mejor, de la gente que me rodea y de la que no me rodea también.
Simplificar los estereotipos raciales, culturales, religiosos, sexuales es algo que todo adulto debe hacer antes de considerarse a sí mismo un adulto. Cuestionar lo que nos enseñaron de niños (para bien o para mal) siempre es más que necesario. Minimalizar aquello que nos hace daño a nosotros y al resto de nuestros semejantes, no es más que un deber.
Que tengan una excelente semana.