
El tiempo.
El tiempo es relativo. Einstein lo demostró en su teoría de la relatividad: El tiempo es proporcional y relativo a la gravedad. En un cuerpo con mayor fuerza gravitacional el tiempo pasa mucho más rápido que en uno donde la gravedad es menor. Teóricamente, mientras más cerca estemos del centro de la Tierra, más rápido pasa el tiempo. La diferencia para nosotros es obviamente tan ínfima que no podemos sentirla en nuestro cuerpo. Pero por medio de relojes atómicos se ha logrado comprobar los cálculos de Einstein. El tiempo es relativo lo creamos o no.
Pero este no es un blog de física, ni siquiera de divulgación científica. Este es un blog de minimalismo y por ende de sacar el mejor provecho a nuestros recursos. Uno de nuestros más valiosos recursos es el tiempo y por ende, es un tema del cual me gusta mucho hablar y tratar.
A veces solemos llegar a la conclusión de que no tenemos tiempo. No tenemos tiempo para estudiar un nuevo idioma, no tenemos tiempo para hacer ejercicio, no tenemos tiempo para hacer el esfuerzo de cocinar y así continuamos comiendo comida chatarra, no tenemos tiempo para escribir y organizar nuestras ideas, no tenemos tiempo para pararnos a pensar en lo que sucede alrededor nuestro. Al menos a mí me pasaba así: Nunca tenía tiempo para nada. No para mí mismo, no para los demás, no para crecer, no para descansar. Hasta que descubrí que el tiempo es relativo.
Es relativo a nuestra capacidad de organización y de percepción del mismo. Las 24 horas que tiene un día se te pueden pasar sin hacer absolutamente «nada» o por el contrarío 24 horas «bien vividas» pueden hacer que sientas que has vivido un año entero. Si lo piensas un poco, todo está basado en «darse cuenta» de que 24 horas por día en vez de ser consideradas «muy poco tiempo» es, en realidad, «muchísimo tiempo».
Digamos que tenemos que descontar las siete u ocho horas que tenemos de sueño. Eso nos deja diecisiete o dieciseis horas de vigilia. De las cuales, unas ocho las pasamos en la oficina o cultivando nabos, o haciendo lo que solemos hacer para meter algo de dinero a nuestra cuenta. Eso nos deja otras nueve u ocho horas para nosotros. Quizás tengamos hijos, quizás viajemos mucho hacia, y de regreso del trabajo, quizás en vez de trabajar 8 horas diarias, en el trabajo nos tienen 9 o 10 y «nuestro tiempo personal» se ve reducido cada vez más y más. De pronto nos quedan dos horas para nosotros y estamos molidos, cansados, agarrotados para hacer cualquier cosa. Quizás ver la televisión un rato y bañarnos nos ayuden a quemar ese sobrante de tiempo antes de volver a la cama y de un momento a otro no nos queda otra que decirnos: «Joder, que no tengo tiempo para nada…»
O por el contrario podemos darle a cada segundo, minuto, hora de nuestra vida un significado tan profundo que nos empuje a darnos cuenta que un minuto es «muchísimo tiempo». Para conseguir esa capacidad de control sobre nuestro tiempo hay una herramienta que todos y cada uno de nosotros puede cultivar y se llama atención plena o mindfulness.
He tocado el tema de la atención plena más de una vez. Hay muchos otros buenos blogeros que dan explicaciones espectaculares sobre ella y además enumeran con mucho acierto sus beneficios. En este post solo quiero relacionar la atención con el tiempo. Y quiero contarte que, desde que la cultivo, tengo mucho más tiempo que antes.
Hoy por ejemplo me propuse preparar el desayuno en atención plena. Lo hice y lo disfruté muchísimo. Sentí que había pasado una vida entera hasta que me senté a comerlo. Para empezar sentí el frío y escuché el crujido de cada huevo que usé para preparar el omelette. Vi las yemas mezclarse con las claras en el tazón de vidrio mientras los colores mutaban del amarillo al naranja y todo se llenaba de pequeñas burbujas de aire redondas que espumaron el omelette cuando estuvo en la sartén caliente. Olí el olor del café mientras lo ponía a hervir en la machinetta y escuché el hervor de la misma al fuego. Vi como las dos ornillas trabajaban con un fuego azulado. Una recibía la sartén con los huevos, la otra, la machinetta con el café venido desde la selva alta de Perú. Olí y vi como todo funcionaba a la perfección mientras escuché la música del motor del refrigerador ronroneando a las siete de la mañana y sentí lo limpio del aire después de una noche cargada de lluvia y sentí el espacio alrededor mío. Frío, limpio, vivo, cambiante. Vi el omelette formarse y condensarse en una especie de superficie de algún planeta extraño, con grietas, cráteres, montañas y todo. Vi al café espresso brotar de la boca de la machinetta con su color y su aroma ácido y delicioso. Sentí el desaparecer del gas cuando cerré las hornillas y disfruté del café rodando en la taza de espresso de cerámica blanca que esperaba sobre la mesa de mármol negro de la cocina. Todo me tomo cinco minutos. Pero lo disfruté y lo sentí como la primera vez que vi E.T. cuando tenía cinco años.
Gracias por leer.
Me ha dejado pensando un monton, el mindfulness es una excelente herramienta para disfrutar cada instante como se debe, aunque debo admitir que por ejemplo para mi es un tanto dificil de aplicar, la mente se deja llevar por cualquier distracción, cualquier pensamiento, y retomar a la atención plena puede ser complicado. Un buen metodo para mejorar en esto es meditar, yo aún estoy empezando, pero la idea es mejorar cada día y exprimir cada situación lo mejor que se pueda.
Así es Leo, yo estoy aprendiendo también. Muchas gracias por leer…