El Marciano

Mi cueva en medio del desierto...
Mi cueva en medio del desierto…

En el medio del desierto conseguí una cueva decente. Estaba fresca pese a que la temperatura exterior era de casi 35 grados centígrados. Dejé a las mujeres en el oasis. Ellas querían meterse en aquella agua empozada y pútrida. Yo en cambio, al pasar por fuera de la cueva, me quedé enamorado de ella. Sabía que sería mía. Me sentí como un colonizador de un planeta lejano. Tenía que poner mi bandera y tenía que hacerlo ya.

Un día antes había visto The Martian de Ridley Scott. Protagonizada por Matt Damon. Quizás estaba inspirado por la exploración espacial o por la historia en sí misma. Quizás solo quería estar solo en medio del desierto en una cueva fresca. Cuando llegué a la entrada me fije que no hubiera nadie. Dije un par de palabras en hebreo «¿Yesh misheu kan?» «¿Hay alguien aquí?» No hubo respuesta. Me sentí feliz y emocionado. Tenía una cueva en medio del desierto para mí solo. No dejaría que nadie me la quite. Me sentí Matt Damon en Marte.

Un par de horas después Marte se había convertido en una pasarela de gente que venía a ver el Oasis y a bañarse en él. Un número ingente de niños gritones. Padres gordos llevando coolers con cervezas y agua helada. Mujeres llorándole a los maridos sobre el por qué ellas estaban ahí. Yo, desde dentro de mi cueva, escondido del mundo, observaba el comportamiento vil del ser humano. Gritos. Mugre. Botellas de plástico por aquí y por allá. Música en el celular a todo volumen. Desee estar en Marte como Matt Damon. Solo. Cuatro, cinco, diez años. Quizás debería estar en Marte porque soy un marciano en este mundo. No comprendo al resto o el resto no me comprende a mí. Yo solo quería estar en mi cueva en paz. En medio del desierto. Para eso me había levantado temprano y había viajado un par de horas.

Cuando todo era paz y tranquilidad...
Cuando todo era paz y tranquilidad…

Pero Israel no es Marte. Es un país chiquito en el que todo el mundo se encuentra con todo el mundo. Incluso en medio del desierto. Yo no soy Matt Damon. Ni soy un marciano. Soy un terrícola más en un mundo que cada vez entiendo y me entiende menos.

Aunque pese a que no nos entendemos. Nos amamos.

El Oasis en medio del desierto...
El Oasis en medio de la nada…La gente comenzó a llegar…

Dejando de lado el asunto del desierto. Te recomiendo que veas The Martian. Es volver a ver al bueno de Ridley haciendo de las suyas como él solo sabe.

De vuelta a la realidad y a escribir…

Hermita...
Hermita…

Estoy con un poco de bajón emocional…Es porque después de haberla pasado bien. He regresado a mi realidad.

Hace un par de meses que no escribo nada. Quizás he escrito un par de posts en Facebook burlándome de alguna u otra cosa pero nada más. En estos últimos meses han pasado algunas cosas buenas. Otras no tan buenas y algunas medio malas. A eso se le llama vida: A la sucesión de todo tipo de eventos que se entretejen los unos con los otros.

En ese paréntesis viajé a España, al Pirineo. Disfrute en el norte de Aragón y en el norte de Cataluña. Pasé junto a mi esposa muy buenos momentos haciendo senderismo por las montañas. Respirando buen aire y haciendo turismo rural en un lugar en la gente es aún muy auténtica y cálida. Un disfrute total.

Amanecer en el pirineo. Foto que tomé a las 6 de la mañana...
Amanecer en el pirineo. Foto que tomé a las 6 de la mañana…

En Barcelona. El penúltimo día de nuestro viaje alcanzamos a ver al Barca contra el Málaga en el Camp Nou.  Buen partido. Buenas vibras. Mucho calor eso sí. El Barca parece un equipo con hinchas multiétnicos y multiculturales. Ha pasado de ser un equipo español a ser un equipo global. Disfrutamos mucho del día en la ciudad. Del partido. De una librería de la puta madre en la Rambla que no me acuerdo como se llama. Viajamos en la noche a nuestro Camping. Llegamos a eso de la una de la mañana y estábamos tan cansados que solo sacamos las bolsas de dormir y nos desmayamos bajo las estrellas sin carpa y sin nada. El césped, las bolsas de dormir y nuestros cuerpos decadentes. Todo bajo un cielo estrellado junto al mar. No se puede ser más minimalista creo yo.

De vuelta en Israel. Regresamos a las rutinas de nuestros trabajos. A nuestras realidades de oficina. A nuestro Nescafé en vasitos de cartón. A la realidad a la que nos vemos expuestos en un país sumergido en una espiral de violencia por muchos años y que últimamente está cobrando con creces las vidas de más y más personas.

Rememorar los últimos dos meses me ayuda a hacer paralelísmos en lo que se refiere a las diferentes realidades a las  se ve expuesta la gente dependiendo del lugar geográfico en el que se encuentre. En  el Pirineo todo es tan simple. Tan auténtico. Tan cordial que es dificil no disfrutarlo al máximo. Aterrizando en Israel se siente el estrés en el aire. La carga emocional a la que todos están expuestos. Supongo que eso nos desorienta un poco a todos los que cambiamos de realidad de cuando en cuando. En este momento lo único que quisiera son unas montañas verdes y un cielo azul para ser feliz.  A veces una buena comida o un saludo amable. Cosas que no veo por aquí casi nunca.

Pero así es la vida. Una sucesión de eventos que se encadenan los con los otros y a veces estás en el Pirineo comiendo rico y luego en Israel viendo malas noticias casi todos los días. A veces tienes la capacidad de explayarte de una manera extremadamente creativa y a veces no tienes mucho o nada que decir.  La realidad y sus dualidades. Acabo de llegar a la 512 palabras. Algo que hasta hace unos minutos me parecía imposible de lograr. Creo que ya estoy de vuelta!

Te dejo una fotillo más…

Faja de Pelay en la reserva de Ordesa y Monte Perdido...
Faja de Pelay en la reserva de Ordesa y Monte Perdido…