
No me siento atascado en la vida pero a veces pienso que debería estar haciendo más cosas. Eso me desmotiva.
Quizás eso me pasa porque veo a mis amigos saltar en paracaídas en Facebook. Quizás eso me pasa porque tengo algunas tardes invernales y aburridas. Quizás eso me pasa porque a veces no aderezo el día con un ápice de imaginación. A veces dejo que la rutina me conquiste. A veces me siento Napoleón en Waterloo. Me suele pasar eso con frecuencia. Me siento frustrado. Acongojado. Abrumado de aburrimiento. Abrumado de horas muertas ¿Qué hago cuando me siento así? Fácil. Me auto-motivo.
Me motivo cerrando mi Facebook y tratando de entender que lo que veo en Facebook no es la realidad. Es la dimensión desconocida. Es lo que la agencia publicitaria en la vida de una persona quiere que veas. Lo que veo en Facebook es ver una chica con faja spandex para la barriga. Push ups en los pechos y harto maquillaje en la cara. Es la realidad manoseada y manejada. Maquillada. Vendedora.
Me motivo cerrando mi Instagram y mi Twitter. Me motivo cerrando todo eso que me desmotiva y me pongo a leer. Leo un buen blog o leo un buen libro. Leo algo que haya escrito alguien inteligente. Alguien que tenga algo que decir. No algo de Paulo Coelho. Eso nunca. Eso me desmotivaría más porque pensaría en lo mucho que ha vendido escribiendo siempre las mismas idioteces. Leería algo de Saramago quizás. O de Gabo. O de Camus. O de Kundera. O de Vargas Llosa. O de algún ganador de un Pulitzer como Krakauer o Jared Diamond. Me motivaría dejando que la inteligencia de gente tan inteligente me invada el consciente y el subconsciente.
Después de leer me motivo haciendo deporte. Squats. Dolor. Más squats. Más dolor. Push press. Dolor. Más push press. Más dolor. Cien kilos. Ciento veinte. Deadlift. Ciento diez kilos. Ciento cincuenta cinco kilos. Dolor. Más dolor. Una sonrisa. Sudor. Ahora soy más fuerte.

Después del ejercicio como. Como sano. Mientras como más. Más me motivo. Como todo lo que puedo. Me hidrato. Como más. Tomo proteína. Me estiro. Me relajo.
Me baño. Trato de no ver tonterías en la tele. Pese a que no tengo cable a veces saltan idioteces en Youtube. Hago un esfuerzo pero no siempre lo logro. Trato de escuchar un podcast motivador. Algo que me enseñe algo. Una charla de TED. Un testimonio interesante. Después de una hora vuelvo al Kindle y leo. Leo libros físicos también y los amo. Pero amo el Kindle también porque me deja tener una biblioteca conmigo todo el día. Leo. Aprendo. Me motivo.
Al final mi día sin motivación y preso de la rutina se ha convertido en algo productivo. Soy más fuerte. Soy más inteligente. No he perdido mi tiempo. No tengo nada que envidiar a la gente que salta en paracaídas todo el tiempo. Tengo mi tiempo y puedo hacer en él lo que yo quiero. Hago en él lo que yo decido y hago lo que me hace bien. Me motivo.
Mario, me gusta muchísimo la forma en que escribes. Las cosas que escribes son muy sinceras y sin algún afan de nada, solo escribes y cuando te leo siento como si te conociera desde hace tiempo. Este es mi segundo artículo que leo tuyo u estoy fascinado. Mario me gusta mucho tu filosofía de vida. Me gustaría que me recomendaras algún libro para leer. Algo que me haga ver las cosas diferentes, que me motive, tengo 25 años.
Hola Frank,
Gracias por leer! Sobre las lecturas, no sé si lees en Inglés también. Si lo haces te recomiendo el blog de James Altucher. Te recomiendo el blog de Leo Babauta también. Hay muchos libros de automotivación pero siendo sincero contigo, no soy de leer mucho ese tipo de literatura. Te recomiendo sí que intentes darte cuenta que es lo que te motiva o desmotiva (según sea el caso) Y que trates de hacer las cosas que te hacen bien y en su medida dejar de hacer las cosas que te hacen mal. Sé que suena simplista. Pero las cosas son simples y si las complicas en demasía no vas a encontrar nunca una solución que te satisfaga. Otra vez: Gracias por leer! Ya me contarás como te va.