Light…

Me gusta escribir. Disfruto haciéndolo.

Hace un tiempo este blog hablaba de minimalismo.

Hace un tiempo era yo un minimalista convencido.

Lo sigo siendo, pero más light.

Más adecuado a la democracia que se debería llevar en un hogar saludable. Ya no tiro los libros. Ya no boto las tasas que sobran.

Aún así abrazo la idea de que menos es más o menos es mejor. Amo la sensación de simpleza que te da un ambiente vacío. O la tranquilidad que te da una mente sin pensamientos extra.

Disfruto de una vida simple. Simple como La Vie en Rose.

Te recomiendo que  intentes minimalizar un día.

Tratar de deshacerte de todo lo que no necesitas. De las personas que te traen abajo. De las malas canciones. De los libros que nunca volverás a leer…

Yo lo intenté y me fue bien.

 

 

 

Leonard Cohen en la trinchera

dsc03767
Entrenamiento de Francotiradores Israel. Noviembre del 2016.

 

Leonard Cohen ha muerto ayer.

Mientras él moría, yo le disparaba a blancos a seicientos metros de distancia. Él se deslizaba entre el misterioso límite de la existencia y la no existencia. Y yo me preocupaba en que mis disparos peguen bien en un blanco de papel.

La vida es rara porque se ramifica de infinitas maneras al mismo tiempo.

Te sientes estúpido disparándole a un papel mientras Leonard Cohen muere. Te sientes estúpido incluso siguiendo las noticias de las elecciones de los Estados Unidos. Trump. Clinton. No valen ni una de las partículas del polvo de estrellas en el que se convertirá el cuerpo de Leonard Cohen.

¿Dónde está el sentido de todo este desorden cósmico al que llamamos existencia?

Si mientras hablamos o tecleamos o disparamos, una de nuestras mejores mentes deja de existir. Una de las mejores muestras de nuestra humanidad se desplaza al infinito campo del «no ser».

Mientras mi compañero corregía mis disparos con un telescopio y me decía que dispare más a la derecha porque había un viento fuerte que venía desde la izquierda del blanco (y lo hacía tan profesionalmente) me dijo: «Ya no me gusta hacer esto. Ya no le encuentro sentido. Ya no quiero matar a nadie. Ya no quiero morir por nada…» Filosofía de trinchera, me dije. Y mientras tenía el ojo en mi telescopio y mi dedo en el gatillo, le respondí que pienso igual. Le dije  que ninguna ideología vale lo que valen nuestras vidas. Trump ha ganado en Estados Unidos y no voy a morir por él. Ni por Hillary. Ni por Obama. Ni por el inutil de Netanyahu. No voy a morir ni a matar por un político de turno.

Los políticos son mierda. Leonard Cohen es oro.

No voy a morir por nadie porque a nadie le va a importar mi muerte. Y mi muerte no va a cambiar nada. No soy Leonard Cohen. El arte se va con él. La poesía se va con él. El susurro de su voz increíble se va con él. Y lo extrañaremos.

Todos…