Light…

Me gusta escribir. Disfruto haciéndolo.

Hace un tiempo este blog hablaba de minimalismo.

Hace un tiempo era yo un minimalista convencido.

Lo sigo siendo, pero más light.

Más adecuado a la democracia que se debería llevar en un hogar saludable. Ya no tiro los libros. Ya no boto las tasas que sobran.

Aún así abrazo la idea de que menos es más o menos es mejor. Amo la sensación de simpleza que te da un ambiente vacío. O la tranquilidad que te da una mente sin pensamientos extra.

Disfruto de una vida simple. Simple como La Vie en Rose.

Te recomiendo que  intentes minimalizar un día.

Tratar de deshacerte de todo lo que no necesitas. De las personas que te traen abajo. De las malas canciones. De los libros que nunca volverás a leer…

Yo lo intenté y me fue bien.

 

 

 

Los momentos en los que amo ser minimalista

No tengo porque poner esta foto en un artículo como este. Pero me gusta a cualquier hora del día y en cualquier contexto, ver a mi perro sumergirse en el Mediterráneo…

Me acaban de botar de mi casa.

Aún no estoy pidiendo limosna en la calle. Sigo viviendo aquí. El punto es que me han dicho que a fin de año no me van a renovar el contrato. La razón: La hija de la dueña de la casa se va a casar y le van a dar «mi» casa a ella sin que pague la renta como yo lo hago. Vida fácil para algunos. Vida menos fácil para otros.

Son estos los momentos en los que amo ser minimalista.

No tengo nada que llevarme al nuevo departamento al que me mude. Salvo mis libros y un poco de ropa. Mi mujer tiene algo más de ropa. Para ser chica, tiene poca ropa también. Además de eso, juntos, tenemos al perro y a sus platos. Ahí termina nuestro «equipaje».

Si me pongo a pensar detenidamente me doy cuenta que tengo unas cuantas cosas más: La mesa de Ikea en la que estoy escribiendo en este momento más cuatro sillas de madera. Tengo un Bonsai también. Tengo un par de pesas y mi querida Kettelbell. Ahora sí. Creo que aquí sí termina mi «riqueza» material.

Gracias al minimalismo, estoy casi siempre listo para que me boten de cualquier lado.

No me han botado del trabajo nunca. Aunque quiero que me despidan del mío. Lo malo o bueno, según lo veas, es que soy demasiado responsable y no me pueden echar del trabajo por eso. Creo que al final tendré que renunciar por mis propios medios. Hummm. Puede que lo haga pronto. No tengo miedo a quedarme en la calle porque no le debo nada a nadie. Ni al banco. Ni al mercado negro. Ni a mis papás. Ni a mis suegros.

El minimalismo te hace la vida más simple. Hasta ser eyectado de algún lado se te hace fácil cuando no tienes casi nada o tienes muy poco.

Estos son los momentos en los cuales me siento tan bien yendo ligero. Sin premura y sin apuro.

Muerto pero feliz

Después de unos 15 minutos de Kettelbells swings...
Después de unos 15 minutos de Kettelbells swings…

Este artículo se basa en un par de cosas que me gustan:

El minimalismo y el deporte.

A veces la gente me saca de quicio con eso de que no tienen suficiente equipo para hacer ejercicio en casa o que no tienen un abono en un gimnasio o que no tienen un abono en un box de crossfit o que no tienen dinero para el yoga o que sencilla y llanamente: No tienen tiempo.

La verdad es que en este blog hemos hablado más de cien veces acerca del manejo del tiempo. Decir No tengo tiempo no es más que una burda mentira o un desconocimiento absoluto de lo que es el manejo del tiempo. Decir no tengo tiempo para hacer ejercicio, es decir: No quiero hacer ejercicio. No me dan ganas. Soy un flojete. No me importa. No me gusta. No lo considero relevante. Prefiero cien veces que me digan esas cosas a que me digan el popular: No tengo tiempo.

En lo que respecta al equipo. Lo mismo. Quiero hacer ejercicio pero no tengo equipo. No tengo el dinero para inscribirme en el gimnasio. O no tengo plata para ser cool y meterme en un box de Crossfit. Tampoco tengo para comprarme equipo propio y tener un buen gimnasio en casa. No hago ejercicio por eso. Por falta de equipo. «Porque créeme si te digo que si tuviese todo eso, sí haría ejercicio sin pensarlo dos veces…» Sí, te creo.

El punto es que no necesitas nada de equipo y casi nada de tiempo para estar en forma. Y no estoy hablando de estar un poco en forma, sino, estar en la mejor forma de tu vida. Se necesitan 15 minutos al día. Seis veces por semana. Nada de equipo. Nada más. Nada menos.

Hace años que entreno. He realizado todo tiempo de cosas. El gimnasio tradicional. El box de crossfit. Calistenia en el ejército.  He corrido innumerables kilómetros y llegado a correr 15 km tres veces por semana como método para mantenerme en forma. Lo he hecho de esas maneras porque eso es lo que estaba de moda o eso es lo que decía todo el mundo que se debía hacer para estar en forma.

Hace unos años me salí un poco de los convencionalismos del entrenamiento y empecé a probar conmigo mismo. Que resulta. Que no resulta. Que funciona mejor. Que funciona peor. Lo voy a dejar simple como me gusta y como te gusta a ti.

Los ejercicios HIIT (High Intensity Interval Training) son los más efectivos en la mayoría de los  aspectos del acondicionamiento físico. En resumen: Hacer intervalos y mantener el pulso alto durante un periodo corto de tiempo (digamos entre 7 a 15 minutos) es mucho más efectivo que mantener una actividad física aeróbica con el pulso «normal» por un largo tiempo (digamos más de 40 minutos).

No vamos a entrar en especificaciones técnicas ni en cómo tu cuerpo reacciona a la actividad física a alta intensidad. Lo único que importa que entiendas es que entrenamientos cortos, rápidos e intensos (algunos ejercicios de crossfit, carrera en intervalos, ejercicios de peso corporal en intervalos) son más efectivos a corto y a largo plazo que entrenamientos largos a muy baja intensidad (correr, ir al gimnasio una hora y media mientras levantas un par de kilos) Digamos que el factor no tengo tiempo queda bastante reducido sabiendo que no necesitas casi nada de tiempo para tener una forma física buenamente aceptable en cualquier estándar.

Para muchos de ejercicios de intervalos no necesitas equipo. Hacer sprints demanda un par de buenas zapatillas para correr. Pero hacer lagartijas y squats de peso corporal en casa no demandan de nada salvo de ganas y solamente de eso. Si tienes una barra (de esas que se cuelgan en la puerta) vas de sobra. Tienes para trabajar intervalos como este:

5XPull Ups (barras)

10XPush Ups (Lagartijas)

15X Squats (sin peso)

Sin parar, durante 10 minutos. Dándole la mayor cantidad de vueltas posibles al circuito. Yo personalmente le doy 12. Pero si le das 3 o 4 vas bien al principio. Lo que importa es que te sientas lo suficientemente agitado para NO poder mantener una conversación de una manera normal con alguién

Si no tienes una barra puedes cambiar las Pull Ups por abdominales o hacer cualquier otro tipo de combinación con los números si es que no te cuadran muy bien. Es cosa de imaginación.

Yo tengo una Kettelbell y hago intervalos con ella. A veces hago 7 minutos, a veces 15, a veces 20. Siempre termino jadeando. Me la compré luego de haber hecho muchos meses (y hasta años) de ejercicios con peso corporal. Al principio no es necesaria para nada, pero con el tiempo y mientras te vas haciendo más fuerte, tu cuerpo va pidiendo mayores desafíos.  Si un día piensas en comprar algo de equipo, con una Kettelbell vas de sobra.

Así que el equipo queda también de lado como excusa.

Ni el tiempo, ni el equipo.

El ejercicio puede ser minimalista. Potente. Formador y forjador. No tienes que ganar un euro en el rollo. No tienes que pasarte una hora en algún gimnasio. No tienes que reventar tus bolsillos comprando suplementos de ningún tipo. Solo necesitas ganas y punto.

Así que a mover el cuerpo chaval que la vida se nos pasa mientras nos las pasamos sentados en el sofá (o frente a la computadora). Ahora mismo voy a levantar mi trasero de esta silla y me voy a hacer unos 10 minutos de intervalos…Voy a terminar muerto pero feliz!

Aventuras minimalistas

Un pequeño salto al desierto...
Un pequeño salto al desierto…

Me gustan mucho las cosas simples.

Me gusta la comida simple. No me llama la atención en demasía todas esas complicadas recetas gourmet con nombres raros. Me gusta comer rico sí. Me gusta cocinar simple también. Prefiero sano a rico sin dudarlo dos veces.

Me gusta también la fotografía simple. Me gustan las fotos en blanco y negro por eso. Me gusta ver lo que importa y centrarme más en el sujeto que en los colores que rellenan la imagen.

Soy bastante básico. Por eso supongo que tengo un blog de minimalismo.

Hace un par de entradas hablé del concepto de las microaventuras de Alastair Humphreys. Y en como se puede usar los pequeños trozos de tiempo que tenemos en el día para hacer cosas que realmente valgan la pena. Un paseo a algún sitio cercano a casa. Un toque de naturaleza en medio de la semana. Un poco de adrenalina un miércoles en vez de estar viendo series en el sofá (que es algo que me gusta mucho también).

Así que tomando como punto de partida mis ganas de reencontrarme con la naturaleza, salimos a una no tan microaventura de tres días en el desierto del Negev. Comiendo enlatados. Caminando unos buenos kilómetros con un buen peso a la espalda. Y disfrutando como nunca de las estrellas. De una luna llena deliciosa. De la perfección del espacio. Del viento frío en la noche. De ser simplemente seres humanos en la naturaleza.

Es realmente revitalizante el salir de la ciudad de cuando en cuando. Aunque creo que se puede encontrar ese tipo de sensación también dentro de la ciudad. Quizás haciendo algo distinto a lo que se suele hacer en el día a día o yendo a algún lugar nuevo. A veces, ir a la montaña rusa de la ciudad te hace regresar a casa con una nueva perspectiva vital jeje.  A lo que me refiero es que no tomes el «hecho de salir de la ciudad» como algo esencial para vivir una aventura ya sea pequeña o grande. Conozco gente que se toma un avión y se van a otro país de vacaciones y a buscar una «aventura» y regresan más aburridos de lo que se fueron. Porque al fin y al cabo esto de aventurarse es cuestión de actitud y de nada más.

Soy una persona simple (como ya lo he dicho) y puedo sentirme bastante realizado viendo estrellas en el cielo. O en su lugar tomando un sorbo de agua después de haber caminado unos kilómetros bajo el sol. He aprendido  a ver lo maravilloso que hay en la simpleza del día a día. No siempre he sido así. Pero hoy lo soy y créeme si te digo que soy mucho más feliz que antes.

Creo que para ser un poco aventado y mandarte a buscar aventuras tienes que tener algo de minimalista. Es difícil experimentar nuevas geografías, comidas, idiomas, personas cuando estás atado a las muchas cosas que cargas sobre ti o que has dejado atrás. Y me refiero tanto a las cosas materiales como a todos los estereotipos y predisposiciones que solemos tener sobre la mayoría de cosas.

Es mucho más fácil cuando vas ligero.

Si te gustan las aventuras, pues esta es una razón más por la cual adoptar el minimalismo existencial te puede venir tan bien.

Espero que salgas un poco más esta semana. Yo lo voy a seguir haciendo.

Gracias por leer.

Planificando aventuras

Cho La Pass en los Annapurnas. Nepal. Uno de los más bellos treks del mundo.
Cho La Pass en los Annapurnas. Nepal. Uno de los más bellos treks del mundo.

Siempre me han llamado la atención las aventuras. Cuando era niño me la pasé leyendo toda la colección de libros de Julio Verne. Creo que esas lecturas primigenias son las que hicieron de mí, en gran parte, la persona que soy. No solo leí las clásicas «La vuelta al mundo en 80 días» o «20000 leguas de viaje submarino» o «Viaje al centro de la tierra». Leí absolutamente TODA su obra. Julio Verne tenía muchas obras históricas y geográficas de no ficción. Estás fueron las que más me llamaron la atención.

Marineros amotinados. El capitán Cook. Caníbales Hawaianos. Arriesgados tipos que arriesgaban el pellejo por pura y mera curiosidad de saber que había más allá (y por el honor de la reina también). Tipos que «descubrían Australia». Señores que se congelaban en la Antártida. Marineros consumidos por el escorbuto y alimentados con galleta día y noche. Cientos de amanaceres en medio del mar. Cientos de tormentas y naufragios. Miles de miles de aventuras.

Y como dije al principio: Me gustan las aventuras y siempre me ha gustado tentar un poco a los riesgos. No he sido un escalador intrépido o un navegante bronceado, pero he tenido mis buenas dosis de adrenalina en esta vida. Creo que desde que era un chico tenía ciertas inclinaciones minimalístas. Me gustaba someterme a uno que otro suplicio sin demasiadas comodidades.

Con los años uno suele olvidarse del chico que uno fue. Quizás suelo acordarme de mí mismo con 12 o 13 años de cuando en cuando. Pero conozco mucha gente que ha perdido por completo esa íntima conexión de quien fue con quien es. Creo personalmente, que cuando recuerdo esas inclinaciones primarias a las aventuras locas e intento imprimir esos deseos en mi yo (algo oxidado) del día de hoy, es cuando más feliz soy.

No sé si me logras entender bien. Pero a lo que me refiero es que a veces solemos olvidarnos lo que hemos sido, que es al fin y al cabo, quienes somos debajo de toda la envoltura de responsabilidades, trabajos, corbatas, sueldos, agendas, muebles de Ikea, hijos y hemorroides en la que nos hemos convertido. Somos mucho más que eso o debería decir: Somos mucho menos. Somos lo que fuimos antes de ser lo que somos.

Si algo me emocionaría hoy en día sería emular una que otra aventura no llevada a cabo de niño y que por lo mismo, sabía que tenía que crecer para poder lograrla. ¿He crecido?… Sí. ¿He cruzado el polo norte jalado por perros siberianos?… No. Y si mi pregunto porque no lo he hecho. La respuesta es simple. Porque en algún momento me olvide quien soy. En algún momento la publicidad me cambio las metas. En algún momento el deseo de tener un auto nuevo reemplazo al deseo primario de cruzar el Sahára con un camello.

Cada vez que leo alguna historia de un «explorador» moderno, siento algo de envidia sana. Porque siento que aquel tipo fue más fuerte y más consciente de lo que realmente es o era y que nunca se dejo llevar por la marea del cambio de prioridades a la que a veces la vida nos somete. Y bueno ese es el punto de este post: El hacerme acordar quién soy y cuales son mis verdaderas prioridades. No voy a tener otra vida y no creo que pueda cruzar el polo norte con perros siberianos a los 99 años. La vida. Mi vida, es exactamente el tiempo que está transcurriendo mientras escribo estas lineas que quiero que leas, pero que si no lees, van a quedar solo para mí. Un recordatorio de lo que fui y por consecuencia de lo que soy.

Así que voy a aumentar una meta razonable de aventuras por año. Este año me he propuesto leer 37 libros como lo debes haber leído en algún que otro post que he escrito por ahí. Hoy me voy a proponer tener una gran aventura por mes. Y eso se refiere a los meses que me quedan del año. Me quedan nueve meses lo cual implica que este año debo tener como mínimo 9 aventuras. Y si puedo tener más, mejor aún.

Pero ahora estarás pensando: ¿Qué demonios es una aventura para este tipo?

Bueno una «aventura» es algo subjetivo al fin y al cabo. Para algunos una aventura es pasar un buen rato con la vecina de al lado mientras tu esposa está lavando los platos. Para mí es hacer algo que dependa de un esfuerzo logístico, físico y psicológico mucho mayor al que suelo imprimir a mi día a día.

Voy a dar unos ejemplos concretos de lo que podría ser una aventura para mí:

  1. Cruzar el desierto del Negev de norte a sur y llegar al golfo de Eilat. Son más o menos 450 kilómetros de terreno desértico. (Porque debo trabajar y por cuestiones de tiempo planeo hacerlo en bicicleta)
  2. Cruzar del mar mediterráneo al mar de Galilea, pasando por la pequeña cordillera que conforma la Galilea. Son 70 km de trek por una zona hermosa.
  3. Viajar a un nuevo país. Cualquiera que sea. Y quedarse ahí por más de una semana al estilo mochilero y comiendo en carretillas y paseando a pie.
  4. Escalar una montaña. Le tengo ganas al Kazbek en Georgia. Pero cualquiera que se deje escalar está bien para mí.

Esos más o menos podrían ser ejemplos de lo que son «aventuras» para mí. Aunque en algunos meses voy a tener que usar el concepto de «microaventura» de Alastair Humpreys (Nombrado explorador y aventurero del año 2012 por la National Geographic). Una micro aventura es igual a una aventura pero en vez de pasarte una semana, un mes, un año desfiándote a ti mismo. Pues tratas de realizar un desafío de una horas. Alastair tiene la teoría de que si trabajas de 9:00 de la mañana a 17:00 de la tarde, tienes de las 17:00 de la tarde hasta las 9:00 de la mañana del día siguiente para hacer algo increíble. Puede que llegues al trabajo algo molido a la mañana siguiente pero vas a haber tenido una super aventura en un horario en el que estás acostumbrado a ver Breaking Bad.

Alastair Humpreys
Alastair Humpreys

Y bueno, yo lo considero como un excelente manejo del tiempo. Porque de cuando en cuando no romper la rutina e irnos al río que está a una hora de casa y dormir bajo las estrellas… Porque no hacernos una fogata y comernos dulces mientras contamos historias a los niños. Porque no nos vamos a acampar a la orilla del mar mientras el sonido de las olas nos arrullan. Al día siguiente podemos seguir con nuestra vida de lo más normal. Pero esa aptitud aventurera nos va a haber cambiado completamente la perspectiva con lo que vemos las cosas.

A mí personalmente me haría reconciliarme con quién fui y por ende con quien soy. Haría que vuelva a mirar a ese muchacho de 12 o 13 años a los ojos y hacerle entender que crecer y ser grande tiene un encanto inigualable pese a trabajar de 9:00 a 17:00.

Espero ponerte al tanto pronto acerca de mi primera aventura o microaventura del año.

Gracias por leer.

Un poco de ideas nuevas

Hace un buen tiempo que no escribo. No lo he hecho porque no he encontrado algo realmente inspirador que decir. Voy a serte sincero: No todo lo que escribo lo hago para inspirar. Suelo a veces «escribir para cumplir». Cumpliendo una especie de auto-disciplina impuesta de publicar por lo menos una vez por semana.

Pues a veces me pasa que no tengo que decir y a veces no quiero escribir para salir del paso. No quiero escribir por escribir. No quiero que leas algo recalentado de algún otro lado de la Internet. Intento, de sobre manera, que lo que escribo en su mayoría sea original y este basado en lo que pasa y sucede en mi vida y en mi experiencia.

Este es un blog de minimalismo. En el cual hablo de ideas de minimalismo que se han repetido infinidad de veces en blogs mucho mejores que el mío. Si quieren leer de minimalismo como dios manda, ahí está el blog de homominimus. Gran parte de mi despertar minimalista se lo debo a él y a haberme leído su blog completo hace unos años atrás.

Mi blog por otra parte. Es un tanto más personal. Es un tanto menos enfocado. Suelo ser un poco egocentrísta y no me basta con compartir las ideas minimalistas que tan bien (o tan mal) han funcionado para mí y para mi familia. A veces suelo compartir (y me gusta) una que otra historia personal o una que otra anécdota que puede a ser que a nadie le importe, pero que para mí tienen las más profundas enseñanzas vitales que me hicieron ver la vida con la pseudo intelectualidad extraña con la que la veo. Y esas ideas me gusta transmitirlas. Podríamos llamarlas enseñanzas del señor Miyagi.

Aunque sé que no soy un maestro de Karate y tú no eres Daniel Sam. Soy un tipo cualquiera, con los mismos problemas y vicisitudes que la mayoría de seres humanos de este planeta. Quiero ser feliz. Quiero que me quieran. Quiero tener techo y comida y Quiero salud.

Supongo que todo eso lo quieres tú también. Puede ser que quieras una casa en la Riviera Francesa o un Lamborghini en la puerta de tu casa. Y eso está bien quizás para ti. Yo en cambio puedo estar bien sin ellos.

El darme cuenta que puedo estar bien sin ellos. Y el hecho de haber perdido el deseo por ese tipo de cosas hizo que me diera cuenta de que la vida no tiene que ser como todo el mundo te dice que debe ser. Me di cuenta de que hay formas alternativas (y mejores) de vivir. Y es así como me puse a buscar y a leer cantidades ingentes de ideas de personas que ya caminaron el camino que yo empecé a caminar hace unos años atrás. Leí, me inspiré, escribí mucho de ello. Lo compartí todo contigo que me estás leyendo y ahora estoy en este punto. En el que siento que las cosas que tenía que decir con respecto al minimalismo se han agotado un poco (siento que lo doy vueltas a las mismas ideas casi siempre) y no tengo esa capacidad inigualable de homominimus de sacar un nuevo as de abajo de la manga cada tanto y hacer que mantengamos el interés.

No pienses que estoy cerrando el blog. No lo estoy haciendo. Tampoco no es que vaya a dejar de hablar de minimalismo. Quiero seguir haciéndolo y promoviéndolo. Sé que es la mejor manera de vivir. Si es que nos basamos en algo tan importante como la sostenibilidad ecológica del planeta y si es que nos basamos en tu billetera también. A lo que me refiero es que no sé si es que voy a dedicar el cien por cien de posts a entradas de minimalismo. Quisiera hablar un poco de mis planes de viaje futuro. Quisiera poner una que otra foto y quisiera también recomendarte e inspirarte a hacer cosas para que no te quedes sentado frente a la computadora leyendo posts como este.

Inspirándote a ti, me inspiro a mi mismo. Inspirándote a que salgas de la casa y que vayas a abrir tu bolsa de dormir debajo de las estrellas me empujo a mi mismo a hacerlo. Me gustaría compartir eso también. El minimalismo es una de las ideas que más han influenciado en mi vida y por ende voy a seguir hablando de ello con asiduidad pero hay otras ideas que puedo compartir también.

Me siento muy bien escribiendo después de tanto tiempo. Créeme que tenía varios posts atascados en los «borradores» del blog y que no he publicado porque no los sentía sinceros. Los sentía copias de Leo Babauta o de alguna tontera que había leído por ahí en Buzzfed. Si quieres tener contacto con la esencia del minimalismo y lees ingles te recomiendo encarecidamente a Leo y a su blog zenhabits. La biblia de todo buen minimalista.

Por mi parte, aqui voy a seguir, escribiendo sobre cosas que me importan. Temas que crea que te pueden servir de algo. Quiero intentar inspirarte a que hagas algo diferente cada día. Me refiero a algo físico que no tenga que ver con estar sentado frente a la computadora. Me gustaría promover un poco más eso pero voy a seguir intentado y promocionando ideas que te ayuden a vivir con menos y por ende a vivir un poco más.

Gracias por leer.

No espero nada

Estamos a quincena de Enero. Estoy un poco atrasado para hablar de lo que espero de este nuevo año, pero como es corto, lo voy a tratar de resumir en una sola frase:

No espero absolutamente nada…

La verdad es que he aprendido a dejar mis expectativas al mínimo. Antes me imaginaba que me la iba a pasar haciendo solo cosas maravillosas a lo largo del año. Y cuando llegaba a Diciembre y miraba hacía atrás, descubría con algo de decepción que la mayoría de mi año no había sido tan excitante como lo había sido en mi imaginación.

Ahora mis expectativas se cocinan a fuego muy lento. No espero nada de esos próximos doce meses. Si espero algo de alguien, es de mí. Yo soy el que tengo el poder de hacer o de no hacer de mi año, algo que valga la pena.

Planes tengo (como todo el mundo), pero sé también, que los planes pueden cambiar de un momento a otro y que la vida te puede jalonear en las direcciones más inesperadas. Llevándote para el norte cuando te imaginaste estar en el sur. Metiéndote en la selva cuando supusiste que te la ibas  a pasar tomando té caliente en el desierto.

Hace un par de años que dejo de expectar algo con ímpetu. Me imagino lo que me gustaría que pase en un futuro bastante próximo pero mis deseos a largo plazo se han extinguido casi por completo. Este año tengo un par de planes, que espero  se concreten y si no se concretan, pues seguramente se concretarán el próximo. Uno de ellos es la escalada del Monte Kazbek en Georgia y el otro es leer por lo menos 36 libros. He elegido el número de 36, pensando en que puedo leer en término medio, un libro cada diez días. Hoy, quince de Enero, puedo dar cuenta que he leído libro y médio. El primero fue Travesuras de la Niña Mala de Mario Vargas Llosa. El segundo (que aún estoy leyendo en estos instantes) es Kafka en la Orilla de Haruki Murakami. Espero cumplir ambas metas.

Si se dan cuenta, ambas son bastante realistas.

Pienso que a principios de año la mayoría de gente hace lo que yo hacía hace un tiempo: Proponerse demasiados cambios. Y más aún, cambios totalmente radicales, como bajar 50 kilos  y comer super saludable y correr cuatro maratones y tener una figura esbelta y hacerte vegetariano y escribir un libro y leer 100 y salir a más citas y sonreír más y hacer cien amigos y etc etc etc… Gente que se entusiasma así  y se propone tal cantidad de cambios de un momento a otro, a lo único a lo que está condenada, es a una cruda y triste decepción. No podemos reinventarnos de un día para otro. Podemos cambiar sí, pero siendo realistas y conscientes de lo que somos, conociendo nuestros demonios, y haciéndolo de una manera madura y escalonada. De a poquitos y ha pasitos de bebe.

En fin, yo he llegado al punto en que no necesito proponerme cambios radicales, he aprendido que estos no realmente llegan a suceder. Entiendo que se deben de tener planes a corto plazo, lo más realistas posibles y que estén de acuerdo a nuestras posibilidades.

Así que recapitulando:

  • Las metas que puedas tener o cambios que quieras hacer, deben ser pocos, deben ser realistas.
  • Lo mejor es empezar con ellos de a poquitos. De manera gradual, evitando la frustración.
  • No esperes nada del año nuevo, lo que vaya a suceder, depende exclusivamente de ti.

Espero que tengas un excelente año y que lo que te hayas propuesto se cumpla sin premura. Gracias por leer.

Minimalismo evolutivo

Creo que fue una mala idea escribir un post de mil palabras ahora que WordPress está cambiando y está actualizando su escritorio. Sencilla y llanamente mi post se borró. Lo busqué por todos lados: En los borradores, en los publicados, en los no publicados y nada. Pues no me queda otra que intentar volver a escribir todo lo que escribí hace un par de días.

En el post desaparecido escribí acerca del minimalismo evolutivo. Debajo del nombre de este blog puedes leer esa frase: Minimalismo evolutivo. Es una frase que se me ocurrió cuando decidí dedicar este blog al minimalismo. La acuñé pensando en el hecho que el minimalismo para mí fue, de facto, una evolución consciente en mi manera de concebir y percibir la vida.

Tres o cuatro años atrás yo era la misma persona que soy hoy día pero con intereses y deseos algo diferentes. Me interesaba lo que a casi todo el mundo le interesa: Lo que la publicidad dicta que te debe interesar. Eso quiere decir que  imaginaba que la felicidad estaba en  una casa más grande, en un auto nuevo, en un montón de muebles bonitos, en hoteles cinco estrellas, en las tarjetas de crédito doradas que te permiten comprar todo lo que quieras, en restaurantes caros, en ropa de diseñador y en un largo etcétera de cosas banales.

Pues hoy mi perspectiva ha cambiado completamente y  en gran parte se lo debo a las tendencias minimalistas que he adquirido en estos años. Me importa mucho menos llenarme de cosas. Me importa mucho más llenarme de experiencias. Me importa mucho menos comparame con el resto de gente. Me importa mucho más aprender cosas nuevas.

Para mí, conseguir una perspectiva minimalista y frugal en la vida ha sido una evolución y hasta una auto liberación de la orgía consumista en la que todo el mundo está metido sin darse cuenta. Y ese es el problema precisamente: Nadie se da cuenta de lo que pasa a su alrededor. Nadie se detiene cinco minutos para tratar de entender lo que hace y porqué lo hace: ¿Por qué trabajar nueve o diez horas a la semana durante toda tu vida? ¿Por qué tengo que endeudarme con el banco por toda la existencia para pagar una casa que me queda grande? ¿Por qué salir de shopping un fin de semana se siente tan bien? ¿Por qué tengo tantos deseos hoy, que mi padre o mi abuelo o mi bisabuelo no tenían?

Podría continuar haciéndome preguntas hasta el hartazgo.  Puedo hacerlo precisamente porque me he parado a pensar, porque me he visto expuesto a ideas que han forjado en mí una nueva línea de pensamiento. Me han hecho crecer. Me han hecho entender. Me han hecho evolucionar.

He usado el minimalismo como un hilo hacia mi crecimiento personal. Tú puedes usarlo también o puedes usar cualquier otra cosa que te ayude a hacerte preguntas, a no aceptar las convenciones sociales así porque sí. Siempre hay espacio para seguir creciendo, aprendiendo, mutando y evolucionando. Siempre lo hay y siempre lo va a haber hasta el último de nuestros días en este mundo.

Simplificando estereotipos

Estoy aprendiendo a simplificar las malas enseñanzas que recibí en el pasado.

Todos hemos crecido dentro de cierta sociedad con ciertos bagajes culturales. Algunos de ellos buenos. Algunos, no tan buenos y unos bastante malos. Hemos crecido con cierta programación cultural, que en muchos aspectos se convierte en el motor de la percepción actual con la que vemos el mundo.

Gracias a  esa programación primigenia hemos visto y vemos  la realidad desde un punto de vista u otro. Hemos sido expuestos a estereotipos y hemos usado estereotipos para simplificar la manera en la que juzgamos al resto de personas, a ciertos animales, a ciertas opciones sexuales o a gente con bagajes culturales y raciales distintos a los nuestros.

Yo nací y crecí en un país sudamericano llamado Perú. Pesé a ser un país lleno de mezcla, de mestizaje, de pluralidad cultural; es un país bastante racista. Es un país en el que se idealiza, aún hoy, la belleza caucásica y se consideran feos los rasgos indígenas autóctonos o los rasgos africanos. Es un país en el cual la homofobia es bastante campante en esta época y lo era aún más hace unos veinte años atrás, cuando yo era un niño.

Ejemplos de segregación racial en Perú hay miles y esa tara cultural está tan inmersa dentro del imaginario colectivo que la gente común y corriente no se da cuenta que es racista. Hay una jerarquía racial que todos conocen pero que no está escrita en ningún lado. Y la gente vive así desde la época de la colonia española  y pese a que últimamente las cosas están cambiando para bien, aún queda mucho pan por rebanar, mucho trabajo por hacer.

Ejemplos de estereotipar a los homosexuales o bisexuales como sucios pervertidos, enfermizos y degenerados fueron parte del día a día en la sociedad en la que crecí. Escuché en el colegio y en la casa que los negros son flojos, que los indios son ingratos y ladrones, que los blancos son hermosos, que los ojos azules reflejan bondad y un sin fin de tonterías que no vale la pena recordar aquí.

No quiero aburrirlos con ejemplos de malos  estereotipos a los que estuve expuesto en mi infancia. Mi punto es que estuve expuesto a muchas ideas radicales e ilógicas cuando fui pequeño. No importa en la sociedad en la que hayan crecido, todos hemos estado expuestos, de una u otra forma, a una u otra mala idea; a uno que a otro rengueo cultural. Yo por mi parte solía y aún suelo (aunque intento evitarlo) estereotipar a la gente, por como se ven, por como andan, por el color de su piel, por como hablan, porque tipo de ropa religiosa se ponen, por lo largo de sus barbas o por la cantidad de tatuajes que tienen en los brazos. Como dije: suelo estereotipar. Aunque soy consciente que hacer generalizaciones es dañino, que es ilógico, que va en contra de la razón, que va en contra de la inteligencia.

Por eso hace unos años decidí quitarme de a pocos y paso a paso, esas taras culturales que tenia bien metidas en mi programación cerebral.  Y quiero que sepan que lo estoy logrando. De a poquitos. Paso a paso, lentamente. Dudo casi por completo de todas y de cada una de las enseñanzas que me dieron de niño. Gracias a eso he podido ver el panorama desde una perspectiva mucho más amplia. He aprendido ha ser increíblemente más tolerante con los que piensan distinto a mí. Con los que se visten o se ven diferentes. Con los que tienen ideas que rebotan contra las mías. He podido observar todo desde un observatorio mucho más amplio y gracias a eso he aprendido mucho más y mejor, de la gente que me rodea y de la que no me rodea también.

Simplificar los estereotipos raciales, culturales, religiosos, sexuales es algo que todo adulto debe hacer antes de considerarse a sí mismo un adulto. Cuestionar lo que nos enseñaron de niños (para bien o para mal) siempre es más que necesario. Minimalizar aquello que nos hace daño a nosotros y al resto de nuestros semejantes, no es más que un deber.

Que tengan una excelente semana.

 

Diez tips para mejorar la relación Trabajo-Vida

Está entrada está basada en una publicación en el diario The Guardian. La leí hace unos días y me pareció bastante concisa y que iba directo al grano. Quizás te sirva para conseguir un mejor balance Trabajo-Vida.

Ahí van los diez punto:

1.- Aléjate del e-mail:  Una de las caballos de troya con los cuales tu oficina se logra meter en tu vida. En tu casa. En tu familia. En una cena con tus amigos. En medio de las sábanas de tu cama. Es el famoso, querido y odiado: e-mail. No es que el e-mail sea algo malo y destructivo. No lo es. Nos ahorra muchísimo trabajo y ha hecho que nuestra manera de trabajar sea más eficiente. Pero al mismo tiempo, ha convertido nuestro tiempo libre en casa, en tiempo rentable para la oficina. Los jefes te exigen ver el e-mail en horas que no son de trabajo. Se sorpenden mucho, si es que han mandado un e-mail a las 8 de la noche y al día siguiente, muy temprano en la mañana, aún no lo has leído. En casa trato de estar alejado del e-mail lo más que puedo. No siempre lo logro (por el tipo de trabajo que hago) pero uso todas las triquiñuelas posibles para no checkearlo casi nunca. La que más uso es la escoger una hora específica, digamos 8 de la noche para checkearlo en casa. Nunca antes, nunca después. Si es que me puedo saltear las 8 de la noche y no checkearlo. Mil veces mejor.

2.- Solo di que no: Decir que no, es una de las mejores cosas que puedes hacer en la oficina. Si le dices «Si» a todo, vas a ser un eterno esclavo del sistema. Las tareas se te van a acumular de tal manera que no vas a poder cumplir con todos ni con todas. Si logras hacerlas, no las vas a hacer de la mejor manera posible, porque sencilla y llanamente novas a tener el tiempo suficiente para tanta tarea junta. Cuando no puedas o sientas que te estás sobrecargando di NO y no des más justificaciones al respecto. Eso no implica ser rudo o algo por el estilo. Decir NO es un derecho perdido y la gente del trabajo tiene que comenzar a entender de que tú, de cuando en cuando, puedes y debes decir NO.

3.- No trabajes duro, trabaja inteligente: Está comprobado de que eres más productivo si que estás más descansado. Es obvio: Tu cerebro necesita de suficientes horas de sueño para estar al máximo de su capacidad creativa y para tener la capacidad de solucionar problemas de la manera más óptima posible. Aprende a generar descansos dentro del trabajo. Aprende a racionar tu tiempo. Busca técnicas de productividad. Las puedes encontrar en este blog o en muchos otros. Lo importante es, que cuando llegues a descansar. Descansa. Cuando llegues a casa. Quédate en casa. Cuando llegues a la cama. Pues duermete. He sido criado en la lógica de hacer primar el trabajo sobre el sueño. El fin justifica los medios, me han dicho por ahí. En el ejército en una unidad de élite como la mía, se despreciaba el sueño. El sueño era para los débiles y para los cobardes. Para los flojos y para los enfermos. Gracias a la ciencia, esa perspectiva está cambiando mucho. Estudios en soldados han demostrado y demuestran cada día más que la falta de sueño, genera que los huesos se descalcifiquen, que los músculos no se regeneren después de un esfuerzo intensivo, que tu capacidad para operar de una manera más o menos aceptable después de 24 horas sin sueño, descienda de la de un soldado de élite, a la de un recluta con una semana en el ejército. Pierdes gran parte de tus capacidades y tu razonamiento se vuelve bastante torpe. Lo he sentido en carne propia. Hacer mediciones topográficas después de tres días sin dormir se hace prácticamente imposible. Hacer mediciones de viento, gravedad, velocidad y distancias (para francotiradores como yo) en segundos se vuelven tareas impracticables. Lo mismo que pasa en el cerebro y cuerpo de los soldados, pasa en el cerebro y cuerpo de los oficinistas desvelados.  Hay que trabajar duro y descansar con la misma pasión también.

4.- Deja el trabajo en el trabajo: Claro. Una vez que sales de la oficina el trabajo debe quedarse ahí. No siempre es posible con tanta tecnología y con tanto mail que llega fuera de las horas de trabajo, pero como he dicho antes. Hay que disminuir drásticamente nuestra exposición a los mails en horas de casa. Hay que tratar de considerar que nuestra casa es un templo o una fortaleza. Yo la veo más como fortaleza, ya que me gusta todo lo relaciona con soldados y cosas así. Intento por todo los medios evitar que mi enemigo «trabajo de oficina» conquiste mi fuerte » casa». Si tengo que tirarle aceite hirviendo a alguien para lograrlo, pues lo hago. El fin justifica los medios en este caso.

5.- Olvidate de la perfección: Haz las cosas bien. Sé una persona que rinde en un alto nivel, pero no seas perfeccionista. Los perfeccionista no tienen vida. No tienen tiempo para tenerla. Viven y mueren para el trabajo. Y lo más seguro es que mueran un día en su trabajo de un paro cardiaco y que nadie se acuerde de la perfección de su manera de trabajar.

6.- No seas un martir: Los martires en las guerras, mueren primero y se ganan una bonita medalla de reconocimiento. Su mujer va a recibirla. Todos los van a recordar con respecto y con cariño, ¿pero sabes que? Ellos YA NO viven más. El martirio no es algo que debamos desear o algo a lo que aspirar. Podemos quizás aspirar a un sacrificio corto para conseguir un beneficio para nosotros o para nuestro grupo. Un mártir es el que se desprecia su vida y la considera un precio justo para conseguir algún objetivo. No creo que existan muchos objetivos en este mundo, salvo luchar por la casa, por el hogar y por tu pueblo, que puedan ser validos para el martirio. La vida es hermosa y sacrificarla para que tu organización o  para que tu jefe quede bien con alguien más, pues no vale la pena. Créeme que en unos años cuando estés desgastado y no hagas el trabajo como antes, nadie, ni siquiera ese mismo jefe, se va a acordar de que un día lo diste todo por él.

7.-Baja un poco tu deseo de adrenalina: ¿Quieres adrenalina? Anda a saltar en paracaídas en tu tiempo libre, vete a un safari a Africa, o voluntarizate a Medicos sin fronteras, pero no la busques llenandote de tareas en la oficina. Buscando esa sensación de que eres «indispensable». No eres indispensable, créemelo. Eres reemplazable tal como Steve Jobs lo fue. No busques dejar tu sangre adrenalínica en el trabajo. No lo vale.

8.-Piensa acerca de tu retiro: No me refiero al dinero, que sería bueno que pienses en él. Me refiero a que si tu trabajo es tu vida, ¿Qué vas a hacer cuando esa «vida» se termine? Muchos jubilados entran en una depresión profunda, por el único hecho que no están haciendo lo que toda la vida han hecho. No importa si lo que han hecho toda la vida fue ser policías o basureros, abogados o ingenieros forestales. Muchos se desmoronan cuando reciben la carta de jubilación y pasa así porque estaban interesados en UNA SOLA cosa. Abre tu mente e interesate en miles más. Puedes elegir desde el tejido con palitos hasta la escalada en roca. Hay millones de actividades que puedes empezar a hacer hoy. Tu trabajo debe ser solo una de ellas. No la única.

9.-Hazlos esperar: No le digas sí a todos y menos aún cuando les digas sí, te hagas el proactivo y soluciones lo que te piden en menos de cinco minutos. Si lo haces, se van a acostumbrar de que siempre seas así. Que tu rendimiento debe ser de esa manera y si un día no lo eres, van a quejarse de lo mal y lento que estás haciendo las cosas. Hazlos esperar, desde el principio. Tomate tu tiempo en responder un mail. Tomate tu tiempo en responderles un mensaje de texto. Tienes una vida: Acuérdate de eso. Tu trabajo es solo una parte insignificante de ella.

10.-Hazte tus propias reglas: Yo tengo las mías. Este blog esta lleno de reglas que me he propuesto seguir. Que he aprendido de mucha gente inteligente desperdigada por el mundo y por la internet. Hay algunas reglas que sigo con mayor fidelidad. Hay otras en las que soy medio flojillo, pero siempre busco mejorar mi relación trabajo-vida. Busco dejar de lado esa sensación de que mi trabajo es mi vida. He aprendido que no lo es. Es solo una parte de ella. Una parte que a veces me gusta y otras, no tanto. Una parte que hay saber manejar para que no interrumpa en las otras, también importantes, partes de tu existencia: La familia, los amigos, los hobbies y la infinidad de actividades y hábitos que conforman lo que llamamos vida.

Bueno, espero que estos 10 puntos te sirvan de algo y te ayuden un poquito a dejar la ofi en la ofi.

Gracias por leer.