
Cuando era niño quería ser astronauta. Cuando cumplí los once años me dí cuenta que no era muy bueno en las matemáticas. Además alguien me contó que para ser astronauta debía ser estadounidense o canadiense. En el peor de los casos ruso. Y yo solo era un chico peruano de once años muy malo en álgebra. Así que decidí renunciar a mi sueño. Acepté la situación y aprendí a vivir con la realidad que me toco vivir: Me conformé con el hecho de que nunca sería astronauta.
Así como el sueño de surcar el cosmos metido en una lata se extinguió, muchos otros sueños míos han visto un amanecer meteórico y un pronto crepúsculo. Se han extinguido así como han aparecido. Antiguamente al darme cuenta que uno de mis sueños no se iba a cumplir sentía una profunda frustración. Me sentía mal conmigo mismo porque la «suerte» no me favorecía o porque «mi fuerza de voluntad» no era lo suficientemente alta para llevar a buen puerto algún proyecto. Me sentía culpable por «decepcionarme» a mí mismo y «decepcionar» al resto. La mayoría de nosotros sentimos alguna que otra vez este tipo de sentimientos. La razón es que muchos de nuestros sueños y deseos sencilla y llanamente NO son realistas. Si me pongo a pensar. La mayoría de cosas que siempre quise fueron insertadas en mi mente por la publicidad o por otras personas (padres, familia, amigos) Obviamente muchas de esos pequeños memes inoculados se convierten en sueños «inalcanzables» que aumentan nuestra eterna sensación de Insatisfacción: Bienvenidos al mundo occidental.
Al desear lo inalcanzable nuestra capacidad de sentirnos completos con lo que somos, con lo que tenemos, con la vida que nos toco vivir se reduce a la mínima expresión. No todos nosotros podemos ser estrellas de cine. No todos podemos tener su carisma. No todos podemos tener su belleza. Aunque lo deseamos inconsciente y conscientemente….El hecho de que la publicidad nos condicione a creer de que usando Dior vas a ser tan interesante como Charlize Theron o comprándote un Omega vas a tener el sexappeal de Daniel Craig es una burda y triste mentira. Gran parte de nuestro eterno problema de insatisfacción esta constituido por lo inmensamente irreales que son nuestras expectativas.
No vas a ser una súper modelo. Siento decepcionarte pero no vas a ser Brad Pitt. Hay muy pocas pocas posibilidades que tengas la plata de Mark Zuckerberg. Si hay una manera de combatir nuestra eterna insatisfacción es disminuyendo considerablemente nuestras expectativas. En otra palabras. Aprender a ser un conformista inteligente. Conformista: una palabra que en la cultura moderna es casi casi un insulto. En una cultura en la que te inculcan «que esta vida es una guerra» en la cual hay «ganadores y perdedores» en la que tienes que ser «competitivo» en la que «no te puedes quedar atrás» en la que tienes que «luchar para salir adelante» en una sociedad así, ser un conformista es por decirlo de otra manera : Ser un perdedor. Ser el que se queda atrás. Ser el pobre diablo de a pie.
Llegando al grano de este post y mi recomendación para que seas más feliz. Te sientas más tranquilo contigo mismo. E inclusive seas una mejor persona: Confórmate y disminuye tus expectativas. El razonamiento es simple:
Menos expectativas = más felicidad
¿Como así?
Sintiéndote rico con mucho menos: Quizás sintiéndote como Mark Zuckerberg (cuando ganó su primer millón) cuando te des cuenta que te has levantado por la mañana y estás sano. Todos los días me siento muy multimillonario por eso.
Esperando mucho menos de la gente: Espera lo que menos puedas de las personas. Piensa que son de lo peor apenas los conoces. Así jamás te pueden decepcionar. Así vas a apreciar mucho más cada actitud buena que tengan para contigo, para con otras personas, para los animales, para consigo mismos. Vas a apreciar realmente lo que es una palabra de cariño de un amigo o el beso tierno de tu esposa.
Esperando mucho menos de tu vida: Vive. Pero no siempre esperes lo mejor. Es más te recomendaría que esperes lo peor siempre. Así cada pequeña cosa buena que te pase día a día la vas a notar mucho más. Piensa en cuando te emocionaste por última vez por darte cuenta que existes. Supongo que hace tiempo no lo haces. Quizás has pensado más veces en lo difícil que es vivir. Cuando ya el solo hecho de que respires es un «milagro» evolutivo. No esperes una mierda que ya tienes bastante.
Esperando nada de los bancos: Los bancos no son tus amigos. No regalan dinero. En el mejor de los casos te roban poco. Sus prestamos son ficticios y engañosos. Nunca esperes nada bueno de ellos. No quiero que los robes tampoco. Pero si hay alguien que algún día debe pagar por el sufrimiento de la gente en el mundo. Esos son los banqueros privados y en banco vaticano.
Esperando mucho menos de ti mismo: No te desesperes y tomatelo con calma. Deja de fijarte en lo que hace el resto y piensa en ti. Vivir frustrado contigo mismo es como tener una papa guayro dentro del culo. ¿No eres muy guapo o guapa? A quien demonios le importa. No eres el centro del universo. Nadie te está mirando y además de eso siempre va a haber alguien que por error o no se va a enamorar de ti. ¿No eres muy exitoso? Explícame que es éxito. Bill Gates se ve aburrido. Steve Jobs hizo teléfonos y computadoras de puta madre y murió de un cáncer atroz que ni con todo su dinero pudo vencer. El éxito es una palabra engañosa. Puedes ser un exitoso padre de familia y vender emolientes en la esquina del mercado. Puedes ser el gerente general de General Motors y ser una porquería de padre, madre, hijo o persona. ¿Éxito? No lo necesitas para ser feliz. ¿Tu vida es aburrida? ¿Las fotos de tus amigos en facebook son mejores que las tuyas? Pues la vida es aburrida. No es un secreto. La mayoría del tiempo estamos metidos en una rutina a la que no se le puede llamar «Diversión». El secreto es saber nadar en ese aburrimiento y encontrar los islotes de momentos kodak. Hay millones de ellos y esos súbelos a facebook. En resumen «Conformate» con lo que tienes, con lo que eres, con la carita que posees, con las virtudes que guardas en el pecho, con las piernas chuecas que mueves. Eso eres tú y amalo.
Concluyendo. Deja de lado las expectativas que te insertan en el cerebro por medio de canales publicitarios. Deja de escuchar todo el tiempo a tus papás. Ellos no siempre tienen la razón. No dejes que te bombardeen de sueños inalcanzables y obviamente no te frustres por aquellos deseos creados. Disminuye tus expectativas mil veces y sé un millón de veces más feliz.
No voy a ser un astronauta y lo acepto frente al espejo.
«Me están pasando tantas cosas buenas que no me esperaba…»