Desde que comencé a eliminar lo superfluo de mi vida siento que he evolucionado como persona, como amigo, como esposo, como hijo, como hermano y más que todo: Como ser humano.
Me preocupan mucho menos las cosas. Me importan mucho más las vivencias y las actividades. El aprender nuevas cosas y el abandonar malos hábitos.
Me siento mejor conmigo mismo y eso está bien.
Pero al importarme cada vez más las vivencias y las actividades, he llegado a la conclusión, de que uno puede llegar (también) a atosigarse de las mismas. Nos podemos llenar de actividades que realmente no nos conducen a nada (bueno), de las cuales no sacamos ninguna enseñanza y que no nos empujan a crecer. Hay unas mejores que otras. Hay unas peores. Y la conclusión a la que he llegado es que:
No podemos vivir todas las experiencias ni hacer todas las actividades posibles.
NO TENEMOS TIEMPO.
A veces pensamos que sí. Pero el tiempo es algo limitado y es un recurso bastante escaso. Así que dentro del mundo de las experiencias y actividades debemos filtrar las que son mejores para nosotros, las que realmente queremos hacer, las que realmente nos van a empujar hacia adelante, y después de analizarlo; dejar de lado el resto. Concentremos nuestro poco tiempo en vivir aquellas experiencias y en hacer aquellas actividades por las cuales nos hemos decidido y vamos a por ello con ganas y con fuerza.
La vida es corta.
Eso lo empezamos a entender los que estamos pasando de los treinta. No hay demasiado tiempo para pasártela en el bar o en el sofá viendo la tele. Al menos yo, lo veo así.
Después de filtrar la mayoría de vivencias y actividades en mi vida me he decidido por vivir las que más me llenan hasta el fin de mis días. Estás son nada más unas cuantas. Las que quizás demanden la mayor cantidad de mi tiempo libre y la mayor parte de mi logística.
Viajar: En esto incluyo los viajes a sitios a los que nunca he ido. Incluyo también el montañísmo. Y los viajes que hago a sitios que ya he conocido pero que me atraen de sobremanera.
Entrenar: Hacer deporte se ha convertido en una parte inseparable de mi. Soy mejor desde que entreno. Voy a hacerlo hasta el día en que todo termine o hasta que mi cuerpo no haya sufrido algún ataque cardio-vascular que me deje en estado vegetativo. Voy a seguir moviéndome hasta morir.
Leer: Todo lo que sé se lo debo a los libros. Gran parte de la persona que soy hoy en día se lo debo a lo que leí a los siete años. Y la persona que voy a ser a los setenta se lo voy a deber a lo que lea hoy en día. Nunca voy a dejar de hacerlo.
Escribir: Lo mismo que con la lectura. El escribir te ayuda a replantear tus ideas. A clarificarlas. A intentar expresarlas de una manera inteligente pero al mismo tiempo legible. Este experimento llamado blog es eso. Un ejercicio de escritura en el que comparto ciertas ideas que pienso pueden contribuir al resto a tener una vida un poquito mejor.
Ayudar al resto: Me gustaría hacer más por los demás. Más de lo que hago. He aprendido en los últimos años de mi vida lo que es ser voluntario (en mi caso en el ejercito) y dar lo mejor de ti para que a otros les vaya mejor. Es una sensación realmente enriquesedora. El hacer y dar sin esperar recibir nada a cambio.
Eso es todo. No tengo tiempo para más.