Vive

Deja de masturbarte y levántate. Vete a jugar al fútbol. Vete a boxear. Búscale pelea a alguien o cuélgate de un árbol. Respira hoy. Porque hoy es lo único que tienes. El ayer dejo de existir ayer. El mañana puede que nunca exista. Suéltate las pelotas y mira el cielo. Mira como cambia de colores. Huele la tierra mojada. Huele el café. Usa tus piernas hasta que los pulmones digan basta. Mira a tu lado y ama o odia. No importa pero siente. Da todo lo que tienes. Puede que no puedas hacerlo ya mañana o pasado. Puede que las turbinas de tu avión fallen. Puede que el bus número cuarenta y dos te haga mierda mientras cruzas la pista. Haz. Dalo todo de una vez por todas. Baila. Salta. Ama la música que escuchas. Deja algo escrito. Quizás alguien aprenda algo de ti. Dale uso a la efemeridad de tu existencia y respira. Come. Haz el amor. Curiosea. Pelea. Vive.

Conformista

Cuando era niño quería ser astronauta. Cuando cumplí los once años  me dí cuenta que no era muy bueno en las matemáticas. Además alguien me contó que para ser astronauta debía ser estadounidense o canadiense. En el peor de los casos ruso. Y yo solo era un chico peruano de once años muy malo en  álgebra. Así que decidí renunciar a mi sueño. Acepté la situación  y aprendí a vivir con la realidad que me toco vivir: Me conformé con el hecho de que nunca sería astronauta.

Así como el sueño de surcar el cosmos metido en una lata se extinguió, muchos otros sueños míos han visto un amanecer meteórico y un pronto crepúsculo. Se han extinguido así como han aparecido. Antiguamente al darme cuenta que uno de mis sueños no se iba a cumplir sentía una profunda frustración. Me sentía mal conmigo mismo porque la «suerte» no me favorecía o porque «mi fuerza de voluntad» no era lo suficientemente alta para llevar a buen puerto algún proyecto. Me sentía culpable por «decepcionarme» a mí mismo y «decepcionar» al resto. La mayoría de nosotros sentimos alguna que otra vez este tipo de sentimientos. La razón es que muchos de nuestros sueños y deseos sencilla y llanamente NO son realistas. Si me pongo a pensar. La mayoría de cosas que siempre quise fueron insertadas en mi mente por la publicidad o por otras personas (padres, familia, amigos) Obviamente muchas de esos pequeños memes inoculados se convierten en sueños «inalcanzables» que aumentan nuestra eterna sensación de Insatisfacción: Bienvenidos al mundo occidental.

Al desear lo inalcanzable nuestra capacidad de sentirnos completos con lo que somos, con lo que tenemos, con la vida que nos toco vivir se reduce a la mínima expresión. No todos nosotros podemos ser estrellas de cine. No todos podemos tener su carisma. No todos podemos tener su belleza. Aunque lo deseamos inconsciente y conscientemente….El hecho de que la publicidad nos condicione a creer de que usando Dior vas a ser tan interesante como  Charlize Theron o comprándote un Omega vas a tener el sexappeal  de Daniel Craig es una burda y triste mentira. Gran parte de nuestro eterno problema de insatisfacción esta constituido por lo inmensamente irreales que son nuestras expectativas.

No vas a ser una súper modelo. Siento decepcionarte pero no vas a ser Brad Pitt. Hay muy pocas pocas posibilidades que tengas la plata de Mark Zuckerberg. Si hay una manera de combatir nuestra eterna insatisfacción es disminuyendo considerablemente nuestras expectativas. En otra palabras. Aprender a ser un conformista inteligente. Conformista: una palabra que en la cultura moderna es casi casi un insulto. En una cultura en la que te inculcan «que esta vida es una guerra» en la cual hay «ganadores y perdedores» en la que tienes que ser «competitivo» en la que «no te puedes quedar atrás» en la que tienes que «luchar para salir adelante» en una sociedad así, ser un conformista es por decirlo de otra manera : Ser un perdedor. Ser el que se queda atrás. Ser el pobre diablo de a pie.

Llegando al grano de este post y mi recomendación para que seas más feliz. Te sientas más tranquilo contigo mismo. E inclusive seas una mejor persona: Confórmate y disminuye tus expectativas. El razonamiento es simple:

Menos expectativas = más felicidad

¿Como así?

Sintiéndote rico con mucho menos: Quizás sintiéndote como Mark Zuckerberg (cuando ganó su primer millón) cuando te des cuenta que te has levantado por la mañana y estás sano. Todos los días me siento muy multimillonario por eso.

Esperando mucho menos de la gente: Espera lo que menos puedas de las personas. Piensa que son de lo peor apenas los conoces. Así jamás te pueden decepcionar. Así vas a apreciar mucho más cada actitud buena que tengan para contigo, para con otras personas, para los animales, para consigo mismos. Vas a apreciar realmente lo que es una palabra de cariño de un amigo o el beso tierno de tu esposa.

Esperando mucho menos de tu vida: Vive. Pero no siempre esperes lo mejor. Es más te recomendaría que esperes lo peor siempre. Así cada pequeña cosa buena que te pase día a día la vas a notar mucho más. Piensa en cuando te emocionaste por última vez por darte cuenta que existes. Supongo que hace tiempo no lo haces. Quizás has pensado más veces en lo difícil que es vivir. Cuando ya el solo hecho de que respires es un «milagro» evolutivo. No esperes una mierda que ya tienes bastante.

Esperando nada de los bancos: Los bancos no son tus amigos. No regalan dinero. En el mejor de los casos te roban poco. Sus prestamos son ficticios y engañosos. Nunca esperes nada bueno de ellos. No quiero que los robes tampoco. Pero si hay alguien que algún día debe pagar por el sufrimiento de la gente en el mundo. Esos son los banqueros privados y en banco vaticano.

Esperando mucho menos de ti mismo: No te desesperes y tomatelo con calma. Deja de fijarte en lo que hace el resto y piensa en ti. Vivir frustrado contigo mismo es como tener una papa guayro dentro del culo. ¿No eres muy guapo o guapa? A quien demonios le importa. No eres el centro del universo. Nadie te está mirando y además de eso siempre va a haber alguien que por error o no se va a enamorar de ti. ¿No eres muy exitoso? Explícame que es éxito. Bill Gates se ve aburrido. Steve Jobs hizo teléfonos y computadoras de puta madre y murió de un cáncer atroz que ni con todo su dinero pudo vencer. El éxito es una palabra engañosa. Puedes ser un exitoso padre de familia y vender emolientes en la esquina del mercado. Puedes ser el gerente general de General Motors y ser una porquería de padre, madre, hijo o persona. ¿Éxito? No lo necesitas para ser feliz. ¿Tu vida es aburrida? ¿Las fotos de tus amigos en facebook son mejores que las tuyas? Pues la vida es aburrida. No es un secreto. La mayoría del tiempo estamos metidos en una rutina a la que no se le puede llamar «Diversión». El secreto es saber nadar en ese aburrimiento y encontrar los islotes de momentos kodak. Hay millones de ellos y esos súbelos a facebook. En resumen «Conformate» con lo que tienes, con lo que eres, con la carita que posees, con las virtudes que guardas en el pecho, con las piernas chuecas que mueves. Eso eres tú y amalo.

Concluyendo. Deja de lado las expectativas que te insertan en el cerebro por medio de canales publicitarios. Deja de escuchar todo el tiempo a tus papás. Ellos no siempre tienen la razón. No dejes que te bombardeen de sueños inalcanzables y obviamente no te frustres por aquellos deseos creados. Disminuye tus expectativas mil veces y sé un millón de veces más feliz.

No voy a ser un astronauta y lo acepto frente al espejo.

«Me están pasando  tantas cosas buenas que no me esperaba…»

¿Soy Feliz?

Estoy entero. Miro mis brazos. Miro mis piernas. Los dedos de mis manos. Los dedos de mis pies. He podido perder alguna parte de mi en muchas circunstancias y no ha sido así. Tengo compañeros que han perdido una que otra parte. Yo no.

Estoy sano. Mi corazón late. Mi cerebro procesa la información con rapidez. Me muevo con facilidad y con celeridad. Puedo ver amaneceres y atardeceres. Puedo oler la tierra mojada después de un día de lluvia. Puedo tocar los labios rojos de ella o acariciar el lomo peludo de un amigo.

Soy fuerte. Me enfrento a «problemas» todos los días y los resuelvo y sobrevivo. Me enfrento a los años y los aguanto.  Me siento capaz de subir a la montaña más alta o de bucear a las profundidades azules de la tierra. Puedo correr con potencia. Puedo amar con ímpetu.

Estoy joven. Y no por los años. Sino porque mantengo la curiosidad por el mundo. Porque me sorprende el olor del buen café en la mañana. O me excito cada día por el olor púrpura que brota de su cabellera. Puedo ver la hermosura del vacío en un desierto en invierno. Puedo sentirme lleno flotando en las olas del mediterráneo sin nada más que no sean mis recuerdos.

Estoy hambriento. De ver. De oler. De conocer. De experimentar sobre mi mismo. De crecer. De envejecer. De fluir por la vida de la «mejor» manera. De conocer gente que vale. De vivir.

Tengo amigos. No millones. No miles. No cientos. No decenas. Quizás diez. Quizás menos aún. Morirían por mi. Yo moriría por ellos.

Tengo familia. No estoy solo en el mundo. Hay gente que me ama incondicionalmente. Hay gente a la que amo sin reparos. Hay lazos de sangre para corroborarlo. Familia. Mis mejores recuerdos están invadidos de momentos familiares. De que sirve ser feliz si no lo puedes compartir con tu familia y hacerlos felices también.

Aprecio lo que tengo. No quiero más. Es más que suficiente. Tengo todo. Tengo toda la música del mundo a mi disposición. Tengo toda la sabiduría del planeta en mi teléfono. Te tengo a ti. He puesto mis pies en varios sitios del planeta sacando lo mejor de ellos. He estado cerca de la muerte tanto que he entendido que es estar vivo. Soy inmensamente rico por el sencillo y llano hecho de que me doy cuenta cuan rico soy.

Mi vida es maravillosa. La vida es maravillosa. Cuantas variables se tuvieron que conjugar en el espacio-tiempo para que yo exista aquí y ahora. Las posibilidades de que YO existiera eran ínfimas y aquí estoy. Como no sorprenderme de eso. Como no sorprenderme cada día de que te puedo acariciar. De que puedo escuchar el viento en el desierto. De que puedo sentir el frescor del mar fortaleciéndome los músculos. Del naranja intenso del cielo. Del prodigio tecnológico que significa que puedas leer esto. Del campo de cebolla en el que caminé una noche de luna llena. De los matices del sexo. De los olores en la cocina de la abuela. De la vida a nuestro alrededor. De las yemas de mis dedos tecleando en este tablero en este preciso instante.

¿Que si soy Feliz?

Pues…Sí.

Anti Curriculum Vitae

Terminé el colegio a regañadientes. En quinto de secundaria desaprobé ocho cursos de trece en un bimestre. Mi profesor de física me odiaba y yo lo odiaba más porque obligaba a todos a comprar el libro de física que él había escrito. Mucha gente me dijo: «Cuando dejes el colegio no te imaginas cuanto lo vas a extrañar…» ¿Saben que? No lo extraño una mierda.

Entré a una academia preparatoria para poder postular a la escuela de oficiales de la marina. Estudié un año ahí. No recuerdo un solo concepto de todo lo que repasé ahí. Solo sé que hice trampa en casi todos los exámenes para que mi papá se sienta orgulloso de mí al recibir las notas cada mes.

Seno. Coseno. Tangente. Secante. Cosecante. En medio de un entrenamiento militar bastante arduo era obligado a aprender todos aquellos conceptos y demás mamarrachos matemáticos para poder «destacar» y ser un mejor «militar». Nunca entendí la relación entre la termodinámica y ser Rambo así que dejé la marina sin gloria y con pena. Perdí un par de meniscos también.

Escuela de derecho. Leyes. Aburrimiento y más aburrimiento. ¿Quién demonios puede ser abogado? Desde que estudié derecho dejé de confiar en los abogados y los empecé a compadecer. Cuanta cochinadilla se puede estudiar en un año de derecho. No recuerdo una sola ley orgánica ni menos aún un solo párrafo de mi libro de derecho Romano. No recuerdo nada de la universidad salvo los Burger Kings que me comía en la avenida Javier Prado.

De paro. Claro con veinte años y sin nada estudiado no podía hacer otra cosa que no hacer nada. Fue la mejor época de mi vida.

Busqué una visa para un sueño. Soñé el sueño americano en una fábrica de lapiceros en New Jersey. Me decían Tortuga porque era muy lento levantando cajas. Mis manos estaban acostumbradas a rascar mis pelotas y no al cartón raspador y formador de cayos. Me dejé la barba y el pelo largo. Era por primera vez yo contra el sistema. De vez en cuando me escondía en algún almacén y me dormía de lo más profundo soñando con volver a Lima.

De vuelta en Lima. De paro nuevamente. Gastando la plata que había ahorrado en EEUU. Me creí un señor millonario. La plata me duro cuatro meses. Al quinto estaba nuevamente «soñando».

Arkansas. Caballos. Vaqueros. White Trash. Fusiles de retrocarga siendo vendidos en los K-Mart. Trabajé en construcción. Construí bases de cemento en algún sitio cerca a Tenesse. Me accidenté. Me quemé las piernas con algún químico. Un tornado se llevó la casa de al lado de mi casa. Mi vida era un silo lleno de mierda hasta el tope. Extrañé las clases de Derecho Romano.

De vuelta en Lima. Nuevamente gastando el dinero que había ahorrado con tanto sufrimiento y tanto tornado. Se me presentó una oportunidad: Ir a Israel. Me dije a mi mismo: «No puedo perder nada si no tengo nada».

Israel. Calor. Trabajando en un kibutz en la galilea del sur. Soy un flamante ayudante de cocinero. Cocinamos para novecientas personas cada día. Me gusta lo que hago. Aprendí a cortar como un ninja. Aprendí que la vida da vueltas y que nunca es tarde para comenzar de nuevo. Me gustaba hacer el arroz.

Unidad de paracaidistas del ejercito de Israel. No se como llegué ahí. Soy un veterano combatiente. Me he soplado una guerra completa en el Líbano. He matado gente y la gente me ha querido matar a mi. La vida si que da vueltas y que se vaya a la mierda mi profesor de física del colegio. Creo que trabajar el cemento y el cartón me hicieron más rudo que el resto. Gané demasiado en el ejercito. Amé mi trabajo de punta a punta. Por fin me sentía realizado siendo un francotirador y peleando en una guerra que no era mía pero que pasó a serlo.

Cuerpo de seguridad de la Unión Europea. No se como llegué aquí pero hoy desperté y me di cuenta de que era el jefe. Soy el jefe. No quiero ser el jefe. Quiero ser yo. Estoy realizado con lo que soy. Sencilla y llanamente porque «Soy». Estoy en una situación realmente increíble. He hecho demasiadas cosas en mi vida. Al fin y al cabo se han terminado entrelazando y han dado lugar al nudo llamado: Yo.

Everest. Un sueño de niño. Lo voy a escalar algún día «en serio». En Setiembre solo lo voy a acariciar. Mi próximo trabajo: «Montañísta».